CHULOS
Un martes de diciembre. Una menos diez de la madrugada. Nueva estación de ferrocarril de Logroño. Ni un alma por los alrededores. Frente a la entrada, un solitario taxi espera. El inmenso vestíbulo está desierto. Dos letreros bilingües indican los accesos a las cuatro vías por sendas enormes escaleras mecánicas que funcionan ininterrumpidamente aunque nadie […]