En estos procelosos tiempos de crisis económica y consiguientes tijeretazos, recortes, ajustes, reformas o como se prefiera denominar a las drásticas medidas que se están tomando para intentar atajarla, lo que más preocupa, tanto a la gente de la calle como a políticos de todo pelaje, agentes sociales y analistas mediáticos, es la posible puesta en peligro del llamado Estado del Bienestar (EdB). Percibido como un notable bien colectivo cuya regresión mermaría la envidiable calidad de vida de los pocos privilegiados que vivimos bajo su manto protector, el EdB persigue la cohesión social mediante una mejor distribución de la renta y una garantía de servicios básicos (trabajo, educación, salud, pensiones, etc.) que proteja a todos los ciudadanos contra males sociales como la pobreza, el desempleo, la inseguridad social, la enfermedad, la ignorancia, las grandes diferencias de clase, la discriminación o la crueldad. Y aunque de los cuatro modelos europeos de EdB: nórdico, continental, anglosajón y mediterráneo, éste último, tardíamente implantado en España, es el peor por menos eficiente y equitativo, vale la pena pertenecer a un club tan selecto y luchar por mantenerlo. Claro.
Ahora bien, con, tomen nota, por favor:
– 5 millones de parados, con una tasa sobre la población activa (22,5%) superior al doble de la media europea.
– 8 millones de pensionistas, la mayoría cobrando una paga insuficiente para sobrevivir con decencia.
– Un salario mínimo (congelado) de 641 euros
– Un endeudamiento de 2,8 billones de euros ( 62.500 por cabeza).
– Una tasa de abandono escolar del 31%, doble de la media europea, que traduce el doble fracaso del sistema educativo y del mercado de trabajo
– Un paro juvenil del 46%, fácilmente deducible del apartado anterior, que empuja a los jóvenes a emigrar o refugiarse en el hogar paterno.
– 18 millones de trabajadores activos en un país de 47 millones de habitantes, 3 de ellos funcionarios y puede que más de 12 mileuristas, muchos de ellos licenciados que encima se consideran privilegiados.
– Más de un 20% de la población “vive bajo el umbral de la pobreza” (vamos, que son pobres).
– Un 40% del presupuesto de las Comunidades devorado por Sanidad, dado que visitamos al médico 8 veces más que la media europea y nos metemos más pastillas que nadie en el mundo…
En resumidas cuentas, si los irrenunciables logros de nuestro presunto EdB son una población entrampada, desocupada, empobrecida, ignorante, desprotegida, cabreada, enferma, sin expectativas y mayormente infeliz, ¿de qué bienestar hablamos? Puede que con el modelo escandinavo viviésemos mejor, pero entonces íbamos a saber lo que es pagar impuestos. Y la aspiración del español es vivir como un rico pero gratis y sin hincarla. El modelo mediterráneo, vaya.