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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

¡Más compresas!

Durante treinta y cinco años un servidor ha ejercido su actividad profesional en todas las situaciones laborables posibles, creo: el contrato basura explotador (MIR), la plaza en propiedad por oposición como estatutario en un hospital público, el contrato laboral en una empresa pública y en una clínica privada y, por fin, la autonomía como profesional liberal con empresa propia, amén de haber pasado por todos los puestos asistenciales y directivos imaginables en una organización sanitaria, incluyendo la dirección médica de todos los hospitales riojanos, públicos y privados.
Tal experiencia, puede que irrepetible, presumo que me autoriza a opinar que el mal crónico e incurable de lo público en general y lo sanitario en particular es su probada ineficiencia, secuela del nefasto modelo funcionarial en la gestión de los recursos, humanos y materiales, que entre otras cosas acarrea plantillas hipertrofiadas para compensar la baja productividad derivada de su mala o infrautilización. Durante las vacas gordas (¿realmente lo estaban?), y ante el imparable aumento de la demanda, la “escasez” de un personal que goza de unas condiciones de trabajo insostenibles para cualquier empresa se remediaba con contratos por encima de plantilla, en teoría temporales pero que de hecho podían durar hasta la jubilación. Era como aplicar compresas tratando de contener una hemorragia sin valor para meterse a cortarla.
Ahora que las ubres vacunas son cavidades virtuales, no queda otra que recortar gastos a la desesperada, corrigiendo por la vía de la necesidad situaciones que debieron evitarse en su día por la de la virtud de una buena gestión. Una de las primeras, además de racionalizar el gasto en pruebas, fármacos o implantes, pasa inevitablemente por desnietar plantillas. Y por la experiencia de que hice gala al principio puedo asegurar que, en atención sanitaria, la calidad no depende en absoluto de la cantidad, así que no se crean esa malintencionada falacia sindical de que rescindir esos contratos empeorará la asistencia. Pero ciertamente ni éste ni otros recortes arreglarán la situación, porque la culpa de la ruinosa ineficiencia del sistema no la tienen ni los profesionales, que hacen lo que saben, pueden y les dejan, ni los directivos, privados de herramientas para gestionar eficazmente, sino un anquilosado modelo de gestión que, a pesar de su acreditado fracaso histórico, ningún partido político parece dispuesto a cambiar. No hacerlo supondrá seguir apretujando inútilmente compresas contra el desangramiento en lugar de reparar de una vez el boquete arterial, remedando la célebre quema del propio tren de madera donde viajaban los hermanos Marx, para seguir huyendo hacia adelante.

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.


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