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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Trasplantes

En 1905 un oftalmólogo austríaco le sacó a un niño de 11 años los ojos, inutilizados por un accidente, para implantar sus córneas en los de un jornalero cegado por la cal que algo llegó a ver por el derecho. Esta primera queratoplastia exitosa inauguró una nueva y revolucionaria era en la historia de la Medicina: los trasplantes. Desde entonces, sustituir células, tejidos y hasta órganos inútiles o enfermos por sanos procedentes de otros individuos ha dejado de ser una quimera para convertirse en una poderosa arma terapéutica sin límites: tras la córnea vinieron las arterias y venas, la piel, la sangre, el riñón, el corazón, el hígado, los pulmones, el hueso, la médula, dedos, manos, miembros enteros, caras… Además de un procedimiento quirúrgico, el trasplante es un vivero de historias humanas, muchas dramáticas o conmovedoras, y fomenta el ejercicio de una virtud tan noble como la generosidad.
Solucionado su principal inconveniente inicial, el rechazo del organismo receptor, el trasplante sigue adoleciendo hoy de dos impedimentos que lo dificultan: la escasez de donantes y, más en estos tiempos, su elevado coste. Afortunadamente para muchos pacientes desahuciados, el infatigable ingenio médico es capaz de superar estos obstáculos, como demuestra el último avance incorporado al catálogo de préstamos orgánicos: el fecal. Sí, leen bien, el trasplante de heces, realizado con éxito en hospitales finlandeses para tratar infecciones digestivas recurrentes provocadas por la bacteria Clostridium difficile mediante la infusión de excremento fresco de donantes en el ciego de receptores por colonoscopia.
Todo en esta coproterapia son ventajas: material abundante, barato, fácilmente obtenible y de disponibilidad inmediata tras su eyección por el donante, sin problemas de compatibilidad ni temor al rechazo porque la expulsión del intruso a corto plazo está garantizada. Los resultados, publicados en Gastroenterology, son espectaculares: 100% de curación. Así que la eficacia y coste-efectividad de un método tan asequible y sencillo resulta esperanzador para otras patologías en tiempos de crisis (pienso, por ejemplo, en bocatas de sesos rebozados para tontos). Pero dudo que el trasplante fecal finlandés funcionara en nuestro país. Porque, si a un españolito de los de “para eso pago” le propusieran tratar su diarrea metiéndole caca de otro por donde sale las suya, ¿se imaginan a tomar por dónde mandaría al médico por pretender aplicarle semejante mierda de tratamiento? Aprovechando el siguiente despeño, se ciscaría en el hospital, la Consejería y el gobierno recortador del Estado del Bienobrar. Pues ya ven que en países con bastante más renta y menos déficit se hace, así que a cuidarse el mondongo. Por si las moscas.

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.


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