>

Blogs

Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Esperpento en Agoncillo

Desde su inauguración en 2003, el tráfico aéreo del aeropuerto de Agoncillo nunca ha sido precisamente denso, pero de aquellos iniciales tres vuelos diarios a Madrid y uno a Barcelona en la actualidad ya sólo despega un aparato por la mañana en dirección a Barajas, de donde regresa por la tarde. Esta mínima expresión de la actividad aeroportuaria se reduce aún más los domingos, con un solo vuelo vespertino Madrid-Logroño en todo el día. Resulta que el aeródromo de Logroño-Agoncillo trinca a las diez de la noche hasta las siete de la mañana, salvo los domingos en que lo hace a las nueve. Resulta que el susodicho avión único de los domingos tiene programado su despegue de Barajas sobre las ocho y el aterrizaje en Agoncillo algo más de media hora después, con lo que habitualmente el aparato llega al aeropuerto riojano unos minutos antes de su cierre. Aunque el margen de tiempo es así de ajustado, si el avión despegara a su hora no debería pasar nada. Pero si, como suele ser frecuente en los vuelos con menos prioridad, se produce un retraso de tan solo veinticinco minutos, las consecuencias para los pasajeros que se las prometen tan felices de estar en tres cuartos de hora en casita pueden ser bastante desagradables. Que se lo pregunten a cualquiera de la docena de pasajeros que el pasado domingo de Ramos despegaron de Madrid-Barajas tras permanecer media hora en sus asientos con el cinturón puesto sin que el aparato se moviera de la pista. El vuelo es tan corto que para cuando quieres darte cuenta ya estás bajando, así que, cuando tras media hora de viaje el piloto saludó por megafonía al pasaje, pensaron que les iba a anunciar el inminente aterrizaje, pero el mensaje fue bien distinto: debido al retraso en la salida, la llegada se produciría a las 9 y siete minutos, y como el aeropuerto cerraba a las 9, los desviaban al de Vitoria. Los pasajeros no podían creerlo, pero así fue; el avión pasó de largo por La Rioja y finalmente aterrizó en Foronda, desde donde fueron transportados en autobús a Logroño o al aparcamiento de Agoncillo, según los casos. O sea, que el aeropuerto riojano permaneció abierto cuando no había actividad y, justo cuando se disponía a aterrizar el único vuelo del día, fue cerrado por los minutos de retraso que arrastraba el aparato. Esta esperpéntica anécdota, digna de un “Aterriza donde puedas”, ejemplifica las consecuencias que en La Rioja como en toda España nos ha acarreado ese querer y no poder del enorme gasto público en costosísimas inversiones ruinosas o injustificadas que tan caro nos disponemos a pagar ahora. Esta crisis va a poner muchas cosas en su sitio. El “aeropuerto de los riojanos” en Vitoria, Bilbao o Pamplona puede ser una de ellas.

Temas

Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.


abril 2012
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
30