>

Blogs

Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Neocomunistas

A estas alturas huelga condenar algo tan obvio como el nazismo. Pero, por si acaso, fue una monstruosa maquinaria de racismo, agresividad, imperialismo, terror y genocidio, una de las más formidables y abominables organizaciones criminales en la historia de la Humanidad. La reprobación histórica de aquel horror es universal y en la actualidad una de las peores cosas que se puede ser en Europa es “neonazi”. En Alemania, escenario de la aberrante locura colectiva, el sentimiento de culpa es tal que negar el Holocausto constituye delito y hace tan solo unas semanas el barítono que iba a protagonizar El holandés errante en el festival wagneriano de Bayreuth fue repudiado porque llevaba tatuada una esvástica.

El caso es que aquel imperio del Mal, que según su führer duraría mil años, por suerte sólo aguantó doce (1933-45). Y si en lugar de atacar de manera suicida a la URSS por el Este y a las democracias por el Oeste se hubiera conformado con crear la Gran Alemania como patria de los pueblos germánicos (aceptada de hecho por los aliados como mal menor en 1938), la Alemania nazi podría ser todavía una nación tan tolerada internacionalmente aunque tan condenada por sus violaciones de los derechos humanos como lo fue la URSS o lo sigue siendo China. En el caso soviético[1], se calculan 100 millones de asesinados en nombre de la hoz y el martillo durante décadas en cuatro continentes, aparte del incalculable número de víctimas del terror y la represión, lo que convierte al comunista en un régimen parejo al nazi. Pero Hitler fue vencido en la guerra por Stalin y, siendo éste peor que la quina, la victoria común alineó al brutal dictador georgiano con los buenos de la película. Si los gendarmes planetarios de la democracia, la justicia y los derechos humanos no acabaron con el despotismo soviético como lo hicieron con el nazi fue, sencillamente, porque aquél no les atacó. Esa es la única razón de que desde entonces y en la actualidad la cruz gamada esté proscrita como símbolo de una horrenda tiranía pero la bandera roja con la hoz y el martillo, símbolo de otra, pueda ondear tranquilamente en balcones o manifestaciones. De que en un país democrático con un estado de derecho sea impensable la existencia de un partido nazi pero siga siendo legal el comunista. Y de que un barítono alemán pueda cantar sin problemas el Onegin en el Kirov aunque lleve tatuada en un brazo la jeta del padrecito Stalin o del Gran Timonel.

Con las atrocidades que se han cometido y se siguen cometiendo en el mundo en nombre del comunismo, ¿Por qué a los neocomunistas no se les dispensa la misma repulsa que a los neonacionalsocialistas? Y no hace falta irse a China, Corea del Norte o Cuba. Están aquí y hasta gobernando, sin ir más lejos en Andalucía. Tan panchos.



[1] Léanse El libro negro del comunismo: crímenes, terror, represión, editado por Stéphane Courtois.

Temas

Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.


septiembre 2012
MTWTFSS
     12
3456789
10111213141516
17181920212223
24252627282930