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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Bajo la hierba

La vieja piel de toro parecía tapizada por una pradera florida y ubérrima donde los españolitos nos solazábamos bajo las caricias del bienestar hasta que una excavadora hincó al azar los dientes de su pala y descubrió bajo la mullida hierba un inmenso estercolero. Siguió cavando y en todas las catas aparecía el mismo sustrato podrido cuyas fétidas emanaciones volvieron irrespirable la atmósfera. Y los españolitos, alarmados al descubrir que su idílico edén descansaba sobre un magma putrefacto, se soliviantaron indignados contra los mayores generadores de tanta mierda. Pero la corrupción no es un concepto cuantitativo sino cualitativo. El delito y sus hermanos menores como la falta, el fraude o la infracción, además de transgresiones punibles, son acciones inmorales. Y la honradez, además de virtuosa, es una convicción profunda, una actitud firme que guía la conducta de los íntegros. Si dos cacos revientan sendas cajas fuertes y uno se encuentra mil euros y otro diez millones, aquél no es menos ladrón sino éste más afortunado. La corrupción es el tema del momento, pero la escandalizadora proliferación de Grandes Sinvergüenzas presuntos o convictos como Urdangarín, Correa, Dorribo, Mata, Bárcenas o Guerrero y sus beneficiarios sólo es posible en un caldo de cultivo propicio donde se multiplican como bacilos pequeños y medianos sinvergüenzas, pícaros, defraudadores, tramposos o simples incumplidores anónimos de sus obligaciones. ¿Ejemplos? Los que cobran pensiones de muertos o sacan recetas gratis con la tarjeta de la abuela. Los que engañan a su seguro, o circulan sin él. Los que pagan sin IVA o cobran en B. Los que siguen de baja por la jeta. Los liberados que huelgan en los días sindicales. Los que aplican a rajatabla lo de “me engañarán en el sueldo pero en el trabajo”. Los que ocultan ingresos o cuelan como gastos de empresa lo que no lo son. Los que perpetran chapuzas a sabiendas. Los que incumplen el horario, utilizan recursos de la empresa para beneficio propio o se los llevan a casa. Los que rentabilizan en la privada lo que dejan de hacer en la pública. Los que prevarican. Los que se dejan querer por los proveedores. Los que mienten en los juicios y los que los defienden. Los que no pagan sus impuestos o cobran el subsidio sin derecho. Los que roban lo que pillan al menor descuido. En suma: los que no dan lo que deben u obtienen lo que no merecen. Parafraseando la máxima medicalista “un individuo sano es un enfermo aún no explorado”, pareciera que en esta pútrida España de estafa, falsedad, trapicheo y componenda un tipo honrado es un corrupto todavía no investigado. Que todo el que puede está pringado mientras no demuestre lo contrario. Terrible.

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.


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