El mayor problemón de España, sin duda, es el desempleo. El escandaloso 26,30%, frente al 5,30% de Alemania, 3,90% de Japón o 7,40% de USA, adquiere dimensión de catástrofe con un terrorífico 56,4% de paro juvenil. Seguimos hundidos en un pozo de crisis demasiado profundo, con un salario literalmente mínimo en Europa (645 euros), pensiones en merma progresiva, pérdida galopante de poder adquisitivo de una agonizante clase media, deuda pública desbocada (92,5% del PIB), mayoría absoluta de españoles mileuristas y 1,32 trabajadores cotizando por cada pasivo (pensionista o desempleado), con lo que el mito del ángel de la guarda pronto se hará realidad cuando a cada español se le asigne otro que trabaje para él como pueda. Con este pavoroso panorama socioeconómico por delante, no sé que más necesitan quienes se resisten a aceptar que nuestro modelo de Estado del bienestar es insostenible y que en poco tiempo la mayoría de los españoles serán menesterosos socialmente desprotegidos.

El caso es que, en situaciones de extrema necesidad, el ser humano desesperado recurre a lo que sea para sobrevivir o sacar adelante a los suyos, incluyendo actividades delictivas, como robar y matar, o degradantes de la dignidad humana, como limosnear, escarbar en el vertedero o hacer la calle. A propósito de esto último, quizá recuerden aquel micrófono indiscreto que le jugó una mala pasada a la lenguaraz Esperanza Aguirre cuando, refiriéndose a las arcas de la Comunidad que presidía, soltó: «no tenemos ni un puto duro». De lo que está pasando con el llamado proyecto Eurovegas, se deduce que los actuales gestores de la indigencia madrileña han optado por la prostitución. Pues tras sus éxitos en Macao y Singapur, la empresa Las Vegas Sands, líder mundial en «ocio», ha escogido Alcorcón para construir en Europa un gran complejo (12 hoteles, 6 casinos, 3 campos de golf, balnearios, teatros, etc.) que para 2020 promete 72.000 empleos y 15.000 millones de beneficios con un subidón del 4,5% para el maltrecho PIB de la Comunidad de Madrid. Pero un emporio concebido para que una multinacional del vicio gane dinero explotando debilidades y fomentando adicciones como el alcohol, pasiones tan bajas como el puterío e incluso trastornos como la ludopatía es incompatible con la prohibición de fumar en el interior de cualquier establecimiento público. Así que, temerosos de perder la oportunidad, los gobernantes madrileños han perdido la vergüenza pretendiendo eximir de modo inmoral a Eurovegas de una ley protectora de la salud pública que tanto costó implantar. Ya que el Olimpo nos cierra las puertas, montemos un Tártaro. Lo que sea por los putos duros.