>

Blogs

Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Don Camilo en Arnedo

En esta bendita tierra nuestra pasan tan pocas cosas interesantes si no es por el esófago que los riojanos agradecemos cualquier suceso capaz de sacarnos de la monótona rutina cotidiana que amodorra nuestras conciencias. Por ejemplo, el asunto del párroco de Arnedo y su destemplado anatema contra los políticos locorregionales en general y el presidente de la Comunidad en particular. Cuando parecía que las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado democrático español estaban plenamente normalizadas desde que don Alfonso Guerra dejó de meterse con los obispos hace treinta años (en sus mejores tiempos viperinos motejó «monseñor Culpabile» al nuncio Innocenti), hete aquí que el cura de un pueblo riojano la emprende contra la máxima autoridad de la región en una curiosa versión del Don Camilo e Peppone de Guareschi con las ideologías cambiadas (el alcalde de Brescello era comunista). Utilizando la hoja parroquial como órgano de propaganda desafinado, el párroco, harto se conoce por la reiterada negativa de Sanz a estrecharle la mano desde hace años, explotó arremetiendo contra el presidente, a quien ha declarado persona non grata en su parroquia, y de paso contra las autoridades políticas de la región, a los que reprocha su asistencia a las misas de las fiestas patronales de los pueblos y ocupando los bancos preferentes del templo.

Ahora que el asunto ya está casi olvidado (hay que ver lo literalmente efímeros que son algunos titulares a toda plana) pienso que se ha desaprovechado la oportunidad de abrir un interesante debate sobre la presencia e incluso presidencia de las autoridades civiles en las celebraciones religiosas dentro de un Estado oficialmente laico, tema que abordó esta columna («Papistas») hace pocos jueves. Al final, todo ha quedado en un golpe efectista asestado por Don Camilo a Peppone y los suyos en el contexto de una vieja enemistad personal. Con un torpe «Cada uno en su sitio» como argumento para la exclusión de la autoridad civil en la liturgia parroquial, el párroco olvida que, según su doctrina, el templo no es su casa sino la de Dios y la Iglesia no son la jerarquía o el clero sino la comunidad de creyentes, incluidos los políticos, que pueden oír misa cuando lo deseen salvo si los excomulgan, desde luego en cualquier banco. Aplicando el mismo criterio, sobrarían la asistencia e incluso el protagonismo de destacados eclesiásticos en ceremonias civiles y eventos mundanos o los hisopazos inaugurando lo mismo un polideportivo que un concesionario. Sin olvidar que, si bien lo de «cada uno en su casa y Dios en la de todos» otorga clara ventaja al supuesto Creador, a ubicuo lo mismo le ganaba el Presidente.

Temas

Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.


octubre 2013
MTWTFSS
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
28293031