Mi tío abuelo Gordiano Aldana de San Asensio rondaría los noventa cuando, alarmado por una repentina sucesión de achaques, exclamó todo serio: «¡Pero a mí, ¿qué vejez me espera?!». Traigo la anécdota para ilustrar la reflexión de mi última columna del año: que con frecuencia nos comportarnos como si viviésemos eternamente. Puede que desconocer la fecha de un acontecimiento tan terrible como nuestra muerte nos altere la conciencia hasta llegar a creer que jamás sucederá.

Sin ánimo de amargarles la cena de Nochevieja (de no hacerlo la familia), les propongo un sencillo ejercicio de mi invención que les ayudará a situarse en la coordenada eterna del tiempo, mayormente el que les queda. Tan sólo necesitan un papel, una reglita y algo que pinte. ¿Ya? Bien, ahora recuerden a qué edad falleció su progenitor que más duró, o su abuelo si aún viviesen ambos. Luego añádanle un par de añitos más por aquello del aumento generacional de la expectativa de vida. A continuación cojan la reglita y tracen sobre el papel una línea recta de tantos milímetros como años resultantes y marquen sus extremos con sendas rayitas verticales. Finalmente, dibujen una tercera rayita sobre el milímetro coincidente con su edad actual. El gráfico les mostrará de un modo tan claro como crudo lo que ya han vivido y lo que en el mejor de los casos les queda por colear. En el de un servidor, teniendo en cuenta lo vertiginosamente rápido que tan transcurrido los sesenta milímetros de mi Escala Visual Temporo-Espacial de Remanente Existencial (estoy por patentarla), los veinte restantes representan una distancia pasmosamente corta. Percibiendo de este modo tan simple pero efectivo lo relativamente poco que nos va quedando, me pregunto qué significado tienen palabras como «nunca jamás», «para siempre» o «en un futuro» que sólo consiste en dos miserables centímetros de existencia. Hombre, podría hacer trampa tomando como referencia la duración de un tío abuelo casi centenario. Eso me proporcionaría casi una pulgada más de supervivencia, pero seguramente plagada de achaques. Quita.

Apreciados lectores (incluye a las lectoras), feliz salida y entrada de milímetro.