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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Mejor rincón del Estado

Fíjense, yo creo que, en el fondo-fondo, lo insoportable para los nacionalcatalanistas no es ser súbditos del reino de España, sino que Madrid sea su capital. Que su maravillosa Barcelona (no ironizo, lo es) sea la perpetua segundona, la sempiterna finalista, la perenne subcampeona temporada tras otra y sin opción de desbancar a la líder. Estoy seguro de que si Felipe II hubiera fijado la capital del Imperio en Barcelona en lugar de en Valladolid, Madrid o Toledo, posiblemente no hubiera existido la secular hipertensión secesionista que rebrota en el Principado de modo intermitente, como una enfermedad crónica mal curada. Con Barcelona como capital de España, seguramente, no se hubiera declarado el Estado Catalán en 1873 (que duró dos días) y en 1934 (diez horas) ni estarían otra vez con esta matraca recurrente de la independencia. ¿Para qué crear un pequeño Estado nuevo siendo capital de uno más grande y poderoso? Es más, creo que a España le hubiese ido mejor con su capitalidad en un puerto mediterráneo próximo a Europa que en un pueblo manchego.

Ya no es posible enmendar este posible error histórico entregando el título a Barcelona sin sulfurar a la campeona desposeída ni a la zona Champions (Valencia, Sevilla, Bilbao, Málaga, Coruña, etc.), pero se podría dotar a la nueva España que se está gestando de una capital tan pequeña que no despertara recelo ni provocase rechazo entre las grandes, como hizo Europa instalando sus sedes en Luxemburgo, Estrasburgo o Bruselas, pueblos comparados con las capitales de Inglaterra, Francia o Alemania. En medio de las aguas políticas revueltas por la emergencia de un nuevo partido atrapado en su tormenta tropical de ideas (con menos fuerza desde que ha tocado tierra), me permito proponerles una que desactivaría toda pretensión secesionista: trasladar la capital de España a una localidad pequeña pero simpática, prestigiosa y acogedora como Haro, aprovechando el tirón de su apoyo popular como Mejor Rincón de España. Con tanta transferencia autonómica, lo poco que queda de Estado cabría en esta pequeña gran ciudad cuyo nombre, gracias al vino, se conoce en todo el mundo. El antiguo Banco de España serviría de palacio real, Bendaña como sede del Gobierno, el Bretón de las Cortes, las Bezaras del Supremo y los ministerios repartidos por las bodegas, en fin, conformarían un Enoestado que haría las delicias hasta de vascos y catalanes. La candidatura jarrera, además, estaría avalada por el viejo eslogan «Haro, París y Londres», devenido así premonitorio. Qué dicen.

 

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.


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