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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

La Rosa de las Mareas

Hace algún tiempo conducía por el Muro del Carmen con intención de enfilar la salida de la ciudad por el eje Vara de Rey – Avenida de Madrid cuando me topé con dos policías plantados en el cruce con Duquesa de la Victoria que cortaban el paso, obligando a los vehículos a girar a la derecha por Muro de la Mata, mientras otra pareja de municipales impedía el acceso en dirección contraria  desde el cruce del Labrador. ¿Motivo? Una manifestación frente al Palacete. No más de cuarenta personas ocupaban parte de la calzada agitando banderitas, coreando consignas y tocando el pito ante la sede de la Presidencia del Gobierno de La Rioja. Ignoro por qué protestaban ni me importó. Pero no podía creerlo y le pregunté a un guardia si los manifestantes no podrían hacer lo mismo desde la ancha acera situada justo delante del edificio, donde cabían de sobra, o mejor aún en la contigua del paseo del Espolón. El agente se encogió de hombros y se puso a tocar su propio pito con insistente vehemencia mientras me mostraba con esos gestos tan enérgicos el camino del fastidioso desvío.

El sábado pasado hubo otra manifestación en Logroño y desde mucho antes de su inicio la prohibición de circular por el centro de la ciudad, tomada por coches patrulla apostados en cruces estratégicos, comenzaba casi en la circunvalación. Y todo porque mil y pico personas ocuparon calzadas principales desde los cuatro puntos cardinales de la capital en sendas marchas dirigidas hacia su fusión en el centro. Nada que objetar a que quien lo desee ejerza su derecho a la manifestación, pero siempre que no impida el de libre circulación motorizada por la ciudad al resto de los ciudadanos (150.000), y más cuando se manifiestan peatones que deben circular por aceras y zonas peatonales. Esperemos que esta cosa tan guay de la polimanifestación multicausal plurioriginaria convergente no prospere y acabe organizándose una Rosa de los Vientos y Mareas de dieciséis rumbos colapsando la ciudad con minimanifas confluentes: ésta por los recortes, esa por la corrupción, aquella por el paro, la del nornoroeste porque se sobra el Ebro, la del sursureste porque la gripe colapsa Urgencias, la del oeste porque no llega el AVE, una por mamá, otra por papá y todas con permiso de la autoridad, aunque el tiempo lo impida y protegidas por los agentes de un orden tan extraño que prohíben a los coches circular por las calles para que lo hagan viandantes.

En plena era del esemeese, el guasap, el tuit y el post, la algarada callejera de voceo, silbato y pancarta –rebautizada como «marea ciudadana»– me parece una antigualla de dudosa efectividad comunicadora. Ahora, lo que es marear, marean.

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.