Qat’Allah
(Fantasía islamista)
Año 1394 de la Hégira. Tras independizarse de España, la antigua región de Cataluña quedó desprotegida ante una agresión exterior al abandonar las fuerzas armadas españolas la nueva nación. El Estado Islámico (ISIS), que incluye la Península Ibérica en el mapa del Califato que aspira a instaurar en tres continentes, vio la oportunidad de clavar sus garras en Europa estableciendo una punta de lanza en la efímera República catalana, totalmente indefensa por no pertenecer ni a la Unión Europea ni a la OTAN.
Como trece siglos antes, cuando tropas de Al-Andalus sometieron los territorios catalanes al califato de Córdoba en una campaña relámpago, el ISIS los ocupó en un mes desde su desembarco en el puerto de la capital, rebautizada Medina Barshaluna como en 717. Pero a diferencia de aquella invasión, que respetó las instituciones locales, el Estado yihadista se impuso utilizando sus brutales métodos terroristas. La bandera negra ondeó en la Jaima levantada en la plaza de san Jaime, el templo de la Sagrada Familia fue convertido en mezquita, los centros docentes fueron clausurados, las mujeres fueron embutidas en el chador y se vedó la rotulación en catalán. Todas las señas de identidad culturales nacionales fueron destruidas: el santuario de Montserrat, el Teatro del Liceo y el Camp Nou fueron dinamitados, y la cobla, la sardana, la barretina, el pa amb tomaquet y la botifarra quedaron prohibidos bajo pena de degüello.
Protegidas las fronteras de Francia y España con alambradas, muchos catalanes procuraron ponerse a salvo en Andorra pero solo pudieron entrar los titulares de cuentas bancarias. Los que poseían embarcaciones de pesca o recreo intentaron alcanzar las costas de Baleares, el Rosellón y la Comunidad Valenciana y los demás trataron de escapar de la barbarie islamista alcanzando a pie los países vecinos, originando una grave crisis migratoria de refugiados.
Desde su exilio andorrano, el gobierno catalán pidió ayuda internacional y culpó a España de la invasión, argumentando que los catalanes son españoles por derecho propio, poseen DNI y pasaporte español y que por tanto el ejército español debía defenderlos. La nueva provincia del ISIS se llama Qat’Allah (cat’alá, “Castillo* de Dios”) y aunque para el Islam el vino es obra del demonio, el valí Joded-al-Payesh llenó la jaima de botellas del mejor kabbah alegando que el Corán no dice nada del espumoso y no es raro verlo a la caída del sol subido a la torre Qal’at Rabah de Montjuic, convertida en alminar, cantando a dúo con el muecín el Mesopotamia, patria querida mirando hacia Yeush-Cadí.
(* Algunos arabistas lo traducen como «Castigo»)