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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Dos mejor que una

Cuando se decretó el desvío obligatorio de vehículos pesados por el tramo riojano de la AP-68 opiné en otra columna que «el rechazo de los transportistas y sus asociaciones, unido al perjuicio que están ocasionando a los proveedores de servicios junto a la carretera nacional, deberían hacer reflexionar a quienes hayan tomado bajo presión y a las bravas una decisión posiblemente injusta que perjudica a quienes no tienen la culpa de que la N-232 no esté desdoblada desde hace muchos años». Bien, pues el Tribunal Supremo ha confirmado aquella sospecha declarado oficialmente injusto un desvío imperativo cuya motivación fue «reducir la alta siniestralidad de la N-232», léase colisiones con muertos y heridos, de la que se estaba culpando implícita y arbitrariamente a los vehículos con más de cuatro ejes. ¿Y ahora qué, aparte de intentar burlar la sentencia a lo indepe?

En aquella ocasión propuse estudiar caso por caso los siniestros mortales ocurridos en la N-232 en los últimos años para determinar las causas de cada accidente, porque si la mayoría se produjeron por infracciones, imprudencias o descuidos de los conductores de vehículos de dos ejes a lo mejor habría que obligarlos a ellos a circular por la AP-68. Pero la costumbre es tomar decisiones a favor del impulso emocional y en contra del análisis racional, utilizando el peligroso argumento del fin que justifica los medios, aunque el uno sea espurio y los otros ilícitos.

Supongo que no hace falta decir que un servidor tampoco desea que nadie muera o resulte herido por realizar un adelantamiento, ni en esa carretera ni en ninguna. Pero ahora que el Supremo ha puesto los camiones en su sitio, me permito recomendar a quien corresponda una medida tan drástica como efectiva para reducir las colisiones en la N-232. Ya se ha adoptado en otras carreteras nacionales con tanto o más tráfico que la nuestra, como la N-340 que transcurre paralela a la autopista de peaje AP-7 por la provincia de Tarragona, y consiste en separar ambos carriles de dirección contraria, no por una sino por dos líneas continuas, a lo largo de todo su trayecto. O sea, prohibido adelantar en toda la carretera. Sí, con un par. Ello te obligaba a ser más prudente, al precio de chupar rueda, claro, pero si llevabas mucha prisa tenías al ladito una autopista donde, mientras sea de pago y no desdoblen la nacional, podías invertir en seguridad, comodidad y rapidez los euritos mejor gastados del día.

Y si a pesar de pintar la doble raya continua constante en la N-232 todavía hubiese algún homicida-suicida potencial al volante que por ir hasta arriba, por temeridad, por distracción o por simple impaciencia chocara de frente por invadir el carril contrario, téngase claro que él será el culpable de la colisión y no el que venía correctamente por el suyo. Aunque sea un tráiler de siete o más ejes.

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.