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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Remedios

Dicen que un país tiene los dirigentes que se merece, pero me resisto a aceptar que el mío se merezca la panda de necios indocumentados, megapijas femilistas, chulos arrogantes, ineptas irresponsables, sectarios empachados de ideología pero ayunos de ideas, sátrapas con piel de demócrata, chalanes vendepatrias, embusteros que nos toman por idiotas, parásitos chupapresupuestos y carroñeros comensalistas que dicen representarnos y nos gobiernan o lo pretenden. Ante los espectáculos de sus señorías provocándose como pandillas barriobajeras bajo el crespón por la peor tragedia desde la guerra civil que algunos parecen añorar, fantaseo imaginando cómo se irían por la pata abajo si vieran de verdad al caballo de Pavía irrumpir en la Comisión para la Reconstrucción Nacional de la Bronca.

El mal que nos afecta es tan mayúsculo que, como dice el refrán, necesitará un remedio tan grande y su nombre es sacrificio. España, o sea nuestros hijos y nietos, solo gozarán un futuro de bienestar razonable si se acomete sin demora un programa de austeridad a todos los niveles, liderado por un gobierno inclusivo de todos los partidos con voluntad de sacar adelante el país y «el que no se sienta cómodo», que no participe. Solo un ejecutivo que represente a la inmensa mayoría y remando en la misma dirección podría tomar las dolorosas medidas posiblemente necesarias para evitar la ruina económica y social del país. No hay que ser un genio de la economía para saber que cuando un Estado gasta mucho más de lo que ingresa tendrá que reducir el gasto para evitar el colapso, y eso incluye reducir su tamaño, aparcar inversiones no esenciales e incluso ajustar sueldos, subsidios y hasta pensiones hasta que salgamos del hoyo. No puede pagar el pato solo el sector privado, donde también habrá que hacer justo lo contrario de lo que siempre pretenden los sindicatos: producir más por menos. Solo así sobrevivirán las miles de empresas que son las que generan empleo productivo y crean riqueza, y no el gobierno. Todos debemos apretarnos el cinturón porque han llegado años de vacas flacas y cuanto antes asumamos la dura realidad mejor, y sacrificándonos antes de que nos «rescaten» a la griega quizá consigamos apuntalar nuestro estado de bienestar para que no se derrumbe.

Pero la triste realidad es que los padres de la patria siguen a lo suyo, odiarse a muerte política desde sus trincheras, preocupados sobre todo por las encuestas, mientras los hijos celebramos el fin del confinamiento echándonos a la calle, pero no para gritarles que se vayan todos a su casa sino a la caza de sitio en la terraza donde procurarnos el ínfimo remedio de la cervecita bajo el sol de primavera, y ahí nos las den todas. ¿Será verdad que nos los merecemos?

 

 

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.