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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

La escalada

Hay que ver con qué rapidez y facilidad arraigan en el lenguaje cotidiano las etiquetas propagandísticas que los departamentos de mercadotecnia política diseñan en el sótano del poder, aunque sean palabras o expresiones nunca antes utilizadas. Los inventores las acuñan, sus clientes las ponen en circulación en comunicados y ruedas de prensa, los medios y las tertulias las difunden y en cuatro días, oiga, la palabreja no se cae de la lengua de gente que jamás la había escuchado. El último neologismo surgido del Ministerio menos visible pero más eficaz, el de Propaganda y Manipulación, es «desescalada».

Antes de entrar en lo que se pretenda expresar con él hagámoslo en el Diccionario de la Real Academia Española para comprobar que tal vocablo no existe y por tanto no puede definir nada. Hombre, por aquello del prefijo des-, que indica inversión del significado de la palabra a la que se antepone (como desobedecer, desesperanzar o desabastecer), podríamos concederle el sentido contrario a «escalada». Pero resulta que esta palabra es (1) acción de subir por una gran pendiente o a una gran altura y (2) aumento rápido y alarmante de algo generalmente negativo como los armamentos, los precios o los delitos. Sin embargo, el supuesto significado de «desescalada» que todo el mundo admite sin rechistar, a pesar de su vaciedad semántica, es el de regreso paulatino a la situación previa al decretazo (ésta sí está en el DRAE: «decreto que implica una reforma drástica y repentina en aspectos de gran repercusión social, económica y política») del estado de alarma.

Quizás el subconsciente político les haya jugado una mala pasada a los fenómenos del gobierno al apropiarse de esta no-palabra (que según ellos han creado «los expertos») porque, atendiendo a la segunda acepción de las mencionadas más arriba, su gestión de la epidemia encajaría como una escalada de imprevisiones, negligencias, errores, improvisaciones e ineptitudes cuya reversión o «desescalada» se vislumbra más oscura y tormentosa que el reinado de Witiza.

No extrañe, pues, que un trepa («persona que intenta ascender con rapidez y sin escrúpulos») tan arrojado como Pedro Sánchez, presunto autor de un manual de resistencia, pretenda prorrogar sine die su temeraria escalada aunque el país no lo resista, pues todo montañero sabe que el descenso entraña más peligro de pegársela que la subida. Ya se encargan los poceros monclovitas de aliviar por el colector sus culpas sobre la oposición, la «Brunete mediática» y hasta el fascismo, a la vez que el jefe se hace el estadista predicando la desescalada política desde un atril plantado en la cima del Estado, con la vista perdida en su propio horizonte, mientras los jinetes del Apocalipsis asolan el valle de lágrimas.

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.