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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

De fábula

La zorra, la loba, el perro y el gato

Había una vez una granja llamada Piel de Toro, tan extensa y de clima tan variado, que a un tiempo la lluvia podía regar los prados, la nieve teñir las cumbres y el sol tostar los secarrales. Su fauna era tan abundante como heterogénea: gansos, pavos, gallos y gallinas; vacas, mansos, bueyes y morlacos; cabras, ovejas, borregos y machos cabríos; caballos, ponis, asnos y yeguas; puercos, cerdas y gorrinos; hurones, conejos, ratas, topos, ratones y ardillas coexistían respirando el mismo aire, bebiendo la misma agua y alimentados por la misma tierra. Su vida transcurría sin sobresaltos hasta que una epidemia de peste burbónica impulsó a los animales a elegir un líder que los salvara de una muerte temprana, y al punto se presentaron cuatro aspirantes mamíferos: una zorra marrullera, una loba terror de los rebaños, un enorme gato perezoso y un perro pitbull con fama de agresivo.

La zorra y la loba recibieron apoyos de los animales que por tamaño no las temían, sobre todo de ganados caballar, vacuno y porcino; el ovino y el sector aviar se decidieron por el gato, que parecía inofensivo a pesar de su tamaño, y los más impetuosos como percherones, toros bravos y perros de presa optaron por el pitbull.

Gracias a sus embustes y falsas promesas ganó la zorra, pero para mangonear la granja a su antojo necesitaba compincharse y, aunque no se fiaba un pelo de ella, se alió con la loba («unidas les podremos») y pactó con pollinos, cabrones y cerdos no ibéricos a cambio de pesebres, establo, corral y pocilga independientes. Pero el pitbull, enemigo natural del otro cánido, la loba, también aspiraba a gobernar la granja y simuló desafiar a la astuta zorra, con el verdadero objetivo de eliminar primero al débil gato, quedarse con sus borregos y gallinas y hacerse más fuerte frente a la pareja dominante, que también deseaba librarse del él.

Dispuestos a pelear por el poder, los cuatro candidatos comparecieron ante una asamblea de animales reunida en el granero. Con la vista puesta en el gato, el pitbull simuló atacar a la zorra y a la loba, las cuales, ávidas de inflarse a pollo y cordero a costa del gato, lo dejaron ladrar, convencidas de que iba a por el michino. Mas resultó que éste no era un gato doméstico, sino un lince ibérico que de pronto sacó las uñas, se lanzó sobre el pitbull y lo cosió a zarpazos sin darle tiempo a reaccionar. Desconcertado, el perro se retiró a lamer sus heridas —y rumiar su venganza— y las dos mamíferas, impresionadas, lisonjearon en falso al felino que siempre habían menospreciado mientras discurrían el modo de liquidarlo. Fuera del granero, la epidemia diezmaba piaras, gallineros, manadas y rebaños en su imparable avance por la sufrida Piel de Toro.

 

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.