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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Cuando el tamaño importa

Los amables lectores de esta columna conocen la antipatía de su autor hacia la llamada «España de las autonomías», sustentada en un Título VIII de la Constitución que, cada año que no se deroga, aumentan las posibilidades de convertirnos en un Estado fallido. Mi oposición a este nefasto sistema de «vertebración» territorial de la única nación que reconozco entre los Pirineos y el estrecho de Gibraltar incluye el rechazo a que una de las diecisiete neotaifas sea esta bendita tierra riojana en la que nací, crecí, me multipliqué y espero morir.

Los riojanos menores de, pongamos cincuenta y cinco años, quizá no sepan ni quieran saber cómo una provincia de Castilla la Vieja de cinco mil kilómetros cuadrados y trescientos mil habitantes, llamada Logroño, pudo convertirse en 1982 en la Comunidad Autónoma de La Rioja. Por resumir, fue la consecuencia de la política autonómica del «café para todos» de UCD que trató de desvirtuar las autonomías «históricas» como la catalana y la vasca concediéndosela a todo quisque, con este mensaje: no os emocionéis mucho con la autonomía porque hasta Santander, Murcia y Logroño la tendrán. Un error histórico que ha desembocado en el independentismo secesionista de las regiones que ya no se conforman con la mayor autonomía de la Unión Europea.

Un inesperado inconveniente de este régimen para los riojanos es el absurdo confinamiento perimetral obligado de los españoles en sus comunidades. No es lo mismo que no te dejen salir de una región con ocho (Andalucía) o nueve (Castilla y León) provincias que de una monoprovincial y tan pequeña como la nuestra. Si es por evitar desplazamientos contagiosos, no tiene sentido que puedas recorrer los 500 km que separan Huelva de Almería o Ponferrada de Medinaceli, pero no ir de Calahorra a San Adrián, de Logroño a Oyón o de Haro a Miranda.

La superioridad pretende consolarnos de la prolongación del encierro en Semana Santa animándonos a disfrutar del «maravilloso turismo interior que tenemos en La Rioja». Pues mira, no se me había ocurrido. Pienso aprovechar la oportunidad de hacer lo que llevo toda mi vida deseando y nunca he podido: visitar Yuso, Suso y de paso al gallo y la gallina, subir a la cascadica de Puente Ra, darme un garbeo por la Herradura, remojarme en las pozas de Arnedillo, contar nidos de cigüeñas de Alfaro y, de esta vez no pasa, visitar una bodega. Me han dicho que vale la pena, que se aprende mucho sobre el mundo del vino y que, con suerte, te convidan a un vaso. Y donde esté un buen calado repleto de barricas y botellas del vino que bautizó a una de las comunidades autónomas más infundadas y la más raquítica de España, quítese todo lo demás. Turismo más interior, imposible.

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.