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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Así nos/les va

En una reciente escapada a Fráncfort entramos en la Oficina de Información a por un plano de la ciudad y cuando ya nos íbamos con las gracias dadas el empleado nos espetó que eran 50 céntimos. Algo avergonzado como buen español en tal brete, me apresuré a entregarle la moneda tratando de disculparme porque en España esas cosas siempre son gratis. Con una sonrisilla más maliciosa que indulgente, el tipo contestó: “Aquí, no”. Por el tono estaba claro que su innecesaria aclaración sólo era la parte de la respuesta que podía decir en voz alta; la otra sería: “así os va”. De modo que abandonamos la oficina, repleta de guías de la ciudad a cinco euros, con la desagradable sensación de haber sido reprendidos más que informados. A todo esto, además de pobretón, el plano era de los que se rasgan al tercer despliegue y venía en español y portugués, de manera que con el mismo papel cubrían las dos posaderas del culo de Europa. Cuando a los españoles nos ocurre algo así en el extranjero solemos reaccionar llamándolos ratas y comparando la mierda de planucho, por el que han tenido el valor de cobrarte, con la pila de excelentes folletos turísticos a todo cuché en la mano en la oficina de turismo de cualquier pueblo español te ponen en la mano, por supuesto de balde, faltaría más. Pero un poco de autocrítica posiblemente nos condujese a la misma conclusión que la del oficinista francfortés: y así nos va. Porque aquí vivimos instalados en la cultura del gratis total respecto de todas las prestaciones provenientes de las Administraciones públicas, sean municipales, provinciales, autonómicas o estatales. Con el poco riguroso argumento de “para eso pago”, los españoles nos creemos con derecho a sacárselo todo gratis a un Estado que se gasta once mil y pico millones de euros anuales en subvenciones, ayudas, aportaciones, subsidios, mamandurrias, aportaciones, campañas, patrocinios, propagandas, lunches y demás prestaciones gratuitas que no sólo benefician a los súbditos españoles sino a cualquier ciudadano del mundo que se acerque a sacarnos por la patilla no ya una guía turística, un trago o una ración de paella sino un subsidio por desempleo, una prótesis de rodilla y hasta una pensión sin derecho ni contribución para ello. En un país donde el dinero público no sólo “no es de nadie” sino que parece surgir de la nada y estar ahí para trincarlo el primero que lo vea resulta fácil confundir inversión con dispendio, préstamo con obsequio y generosidad con manirrotura. En la nación económicamente más fuerte de Europa, en cambio, por un plano potroso te llevan medio eurito aunque hayas ido a dejarte los cuartos. Y así les va, claro.

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.


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