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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Recortadores

Ahora que no corren buenos tiempos para la denominada ‘fiesta nacional’ por sus celebradores, cuando no sólo comienza a ponerse en entredicho la tortura y muerte ritualizadas de seis morlacos como espectáculo, sino que hasta se prohíbe en algún territorio español (aunque en realidad les importa un pitón la suerte de los pobres bichos y harían lo mismo con la tortilla de patata, el pasodoble, los churros o la siesta para expresar su antiespañolía), comienzan a ganar enteros en la cotización social otras variantes de la lidia más modestas pero incruentas, como los recortes. El «arte» (dejémoslo en habilidad) de citar al toro de frente y, bien esperar inmóvil su llegada para burlar el embiste con un quiebro, bien salir a su encuentro para esquivar la cogida ganándole la cara y saliendo de espaldas o saltando por encima de él saliendo airoso del lance, requiere buen nervio, valentía y forma física de atleta. Como además ni se toca al animal, el recorte es una diversión taurina a la que por el momento, y en espera del descubrimiento del estrés vacuno, no se oponen los antitaurinos.
El caso es que, cuando esta forma menor de tauromaquia iba a pelechar, otro tipo de recortes y recortadores ha irrumpido en el coso nacional con tal fuerza que cuando oímos estas palabras ya no pensamos en saltimbanquis taurinos sino en gestores de la cosa pública metiéndole la tijera al presupuesto para reducir el déficit quitando gastos, preferiblemente superfluos («Recortar» significa «cortar o cercenar lo que sobra de algo»). En pocos meses, azuzados por una crisis galopante (o mejor dicho, por los gendarmes europeos encargados de mantener el orden económico en tiempos de crisis), en este país se ha pasado de malgastar dinero público a espuertas a rebajar sueldos de funcionarios, congelar pensiones y suprimir subsidios de paro para remediar el dispendio. Más por la arrolladora fuerza de los acontecimientos que por mejorar la gestión, desde el ministro con más presupuesto hasta el edil del último pueblo han tenido que bajarse a regañadientes de su pedestal de Don Tancredo donde aguardaban inmóviles la salida del toro, confiando en que no se fijara en ellos y pasara de largo. Así que en el próximo concurso mateo de recortadores puede que ya no compitan valerosos mozos sino gobernantes, incapaces aún de agarrar al déficit por los cuernos pero al menos dispuestos a encararlo para hacerle un quiebro. Seguro que lo ganaría el ministro que fomentó el plante de los controladores aéreos, al que ya imagino recortándole a uno de sus cabecillas el testículo que le sobra mientras el respetable agita los pañuelos en los tendidos pidiendo el otro y el rabo.

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.


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