Bundespaña
En abril de 1945, como catastrófico resultado de la locura nazi, Alemania era una inmensa escombrera. En su ofensiva final contra el III Reich, aliados por el oeste y soviéticos por el este bombardearon sin piedad el país hasta su completa destrucción. Cuando finalizó la guerra, todas las ciudades, fábricas e infraestructuras importantes quedaron desmanteladas o reducidas a cenizas y la que fuera temible potencia mundial comenzaba su año cero derrotada, dividida y ocupada. Bueno, pues en 1951 (y hasta el 48 les prohibieron fabricarlos) salía de la factoría el primer BMW de la postguerra y poco después los nuevos Mercedes, Audi y Volkswagen, mientras España daba de sí el Biscúter y para pudientes el Seiscientos. En dos décadas la Alemania Federal regresó a la cabeza económica de Europa y poco tuvo ya que ver el plan Marshall cuando en 1990 se hicieron cargo de una RDA atrasada y arruinada tras cuarenta años de comunismo. Pasado el bache de la reunificación, Alemania es nuevamente el motor económico de Europa y Angela Merkel, a la que un Zapatero particularmente necio tachó de “fracasada”, lidera con mano de hierro la difícil construcción de Europa en plena crisis del ladrillo. Y tampoco tendrán ya que ver subprimes y otras causas mundiales de la recesión en que la kanzlerin se presente a pasar revista en Madrid con una tasa de desempleo del 6,6% y un crecimiento del PIB del 3,6% frente a los respectivos 20,2% (¡43% el juvenil!) y -0,7% con que va a recibirla este listillo nuestro que hace tres años aseguró, sin vergüenza, que en 2010 nuestra renta per cápita superaría a la alemana.
En estos tiempos de profunda crisis económica y social, con un Estado autonómico posiblemente inviable y la consiguiente reaparición del fantasma de la invertebración territorial de España, y con unos gobernantes incapaces de remontar la grave situación del país, dan ganas de aprovechar la visita de Frau Merkel para rogarle que nos anexionen y gestionen como ellos saben hasta igualar nuestros niveles de bienestar y prosperidad a los suyos y garantizar su continuidad. Total, la bandera alemana es muy parecida a la española y en cuanto al himno, aparte de que su letra sorprendentemente no exalta la cerveza sino el vino, lo que facilitaría la integración del land riojano, la música es del mismísimo Haydn. Sería como emigrar pero sin movernos del barrio, y ¿a usted qué más le da ser alemán de derecho si tiene trabajo y mejor pagado? Pero no caerá esa breva, porque los tiempos de “vente a Alemania, Pepe” ya pasaron y ahora sólo quieren nuestros parados de lujo como ingenieros, telecos o cirujanos, y que sepan alemán, natürlich. Además, ya tuvieron bastante con comerse una RDA.