Mírese como se mire, el tendido eléctrico de alta tensión cometido sobre los llamados viñedos históricos riojalteños ha desgarrado para siempre la bonita postal de las Conchas de Haro tan horrendamente como una cicatriz cruzando un bello rostro. Justifíquese como se quiera (cuesta creer que se puedan traer pedruscos de Marte pero no enterrar unos cables), las torretas zafiamente hincadas por Red Eléctrica de España degrada aún más uno de los más hermosos parajes riojanos, ya maltratado cuando se cargaron los riscos de Bilibio para dar paso a esa autopista que, para más recochineo, tenemos que pagar los riojanos en un país plagado de autovías gratuitas que horadan montañas con los túneles que hagan falta antes que destrozarlas. Tampoco se comprenden las protestas a cable pasado de quienes conocían de antemano la tropelía y nada hicieron por evitarla. Para completar la ruina del panorama sólo faltaría desplegar en los Obarenes una ristra de aerogeneradores como los que afean Yerga y la Hez, plantando seguramente un molino en la mismísima ermita de San Felices para ver si con el aire acaba de pasar la página. Mientras tanto, las compañías eléctricas acaban de subirnos las tarifas un 10%, entre otras cosas para financiar fechorías tan antiestéticas como ésta, subvencionadas encima para “mejora de infraestructuras e instalaciones de distribución en el medio rural”. Claro que tamaña agresión no es nada comparada con el mayor atentado paisajístico perpetrado en esta provincia: la estación de esquí de Valdezcaray. No olvido la visión desde San Lorenzo de los camiones que remontaban el barranco de Urdanta destrozando lo mejor de la sierra riojana; iba a decir que ocurrió cuando Franco aún le soplaba a la cuchara, que hoy no hubiera sido posible ejecutar aquella salvajada medioambiental. Pero la estación es hoy una sociedad pública dependiente de una Comunidad que ha consolidado la peor degradación sufrida por el paisaje riojano para fomentar una diversión minoritaria cuatro días al año. Seguro que la nieve, el invierno que cae, atrae gente que se deja los cuartos en los valles del Oja, pero estos poseían suficiente atractivo turístico para haberlo explotado sin desmontar sus mejores cumbres. El Pirineo puede permitirse varias y grandes estaciones de esquí (muy pronto a dos horas de Logroño por autovía, gratis) porque tienen alta montaña a patadas, pero en La Rioja era la única que teníamos y la arruinamos por la estacioncita de la Srta. Pepis. El viñedo no sé, pero el daño ambiental irreparable por insensibilidad sí que es histórico en una región proclive a suicidarse matando a sus mejores paisajes. Ya estamos en Haro que se ven las cruces.