Mapas
Por una denuncia de la oposición al gobierno municipal me entero de que el Ayuntamiento de Logroño podría ser sancionado por la Unión Europea al haberse agotado el plazo sin cumplir una directiva europea sobre “evaluación y gestión del ruido ambiental” que debió plasmarse en un “Mapa Estratégico del Ruido” de la ciudad, que incluso estaba presupuestado (50.000 euros), para desarrollar “planes de acción que permitan disminuir los niveles de contaminación acústica en la ciudad, llevando a cabo medidas correctivas y preventivas.” Resulta que la directiva es de 2002, así que la actual oposición tuvo cuatro años para aplicarla cuando gobernó pero tampoco lo hicieron y ahora denuncian que “el Ayuntamiento”, o sea ellos también, se la han pasado por el arco del Revellín. Un ejemplo del lamentable modo de ejercer la acción política a la que estamos acostumbrados.
Pero a lo que voy. Aunque al parecer el mapa del ruido en una ciudad que ocupa 80 kilómetros cuadrados sólo cuesta el doble de lo que pagó la ministra Aído por el del clítoris, que cabe en la yema de un meñique, cincuenta mil se me hacen muchos euros. Yo se lo consigo gratis. Muy fácil: me acerco a Turismo, pido un plano de Logroño y ya tienen su mapa de ruidos. Puestos, les proporciono también el de la provincia. Y el de Expaña entera. Porque, pongan donde pongan sobre ellos la punta del mismo meñique localizarán a alguien o algo que en algún momento del día genera más decibelios de los debidos. Si no es un tubo de escape será un sirenazo policial o sanitario, una verbena, un chunchún, un jaleo, una murga, un ladrido o un griterío nocturno.
Además de regalado, mi mapa es polivalente. Serviría también para la evaluación y gestión de excreciones caninas, colillas, cáscaras, envoltorios o chicles pegurruteados en la acera, dado que el Mapa Estratégico de la Guarrería es el mismo que el del ruido. Lo de los chicles clama al suelo: otros 50.000 anuales en limpiarlos, a 0,29 por pegote, son casi 500 nuevos por día sin una sola sanción conocida. Y en cuanto a las “medidas preventivas y correctivas”, no me hagan reír. La educación de esta ciudadanía es tarea imposible. Sólo entendemos la estaca y la bulla y la guarrería son males urbanos endémicos contra los que no se quiere actuar. Enfrentarse cuerpo a cuerpo a un escupechicles o a un alborotapueblos –y no digamos a una banda de sindicalistas robando en un supermercado – puede resultar desagradable. Multar su vehículo, en cambio, es una labor discreta, sosegada y más rentable. Así que déjense de mapas, observatorios, centros de interpretación y demás sandeces y métanles mano de una vez a los infractores aplicando la ordenanza vigente.