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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Reincidentes

“La situación del país, mala, malísima. El crédito, a tierra. La riqueza rústica y urbana, menguando peligrosamente. Los negocios, perdidos, y no sé quien se salvará de este conflicto. Nadie paga, porque nadie tiene para pagar. Si vendes nadie compra, ni por la mitad de su coste.”
¿2012? Qué va: 1867. Así de negra pintaba la situación de España el ex ministro de Hacienda Pascual Madoz, pocos años después de intentar reducir la deuda dañando los intereses de los prestamistas, lo que dificultó el acceso del país a los mercados financieros exteriores (¿sorprendidos? Sí, ya existían hace siglo y medio). Nadie se fiaba de que España pagara sus deudas y los pocos que continuaron prestándole dinero exigían intereses desorbitados (¿les suena?), así que en 1867 no quedó otra que “reestructurar la deuda”, fantástico eufemismo que significa suspender pagos, es decir, reconocer el fracaso absoluto de la gestión del país declarándolo en bancarrota.
Ni era la primera vez en la historia (España había quebrado seis veces con los Austrias), ni desde luego en el siglo XIX (sucedió además en 1809, 1820, 1831, 1834 y 1851), ni sería la última (1872, 1882). En la centuria siguiente sólo hicimos crac por la guerra civil, así que, dado lo tozudamente propensos que somos a repetir nuestra peor historia (España obtendría el oro en la Olimpíada Histórica de la Bancarrota), ya estábamos tardando. Aprovechen el espejismo agosteño de unas vacaciones como las de antes porque pueden ser las últimas. Pues los cimientos de la ex octava potencia económica mundial han crujido irreparablemente y el hundimiento nacional se acerca tan inexorable como el equinoccio de otoño. El principal empleador, primer propietario y máximo proveedor de servicios, bienestar y protección social, el Estado, no tiene un duro y va a dejar de pagar a sus proveedores, acreedores y trabajadores. Las consecuencias de la nueva ruina soberana pueden ser las peores de la historia. Se disparará el desempleo hasta cotas insoportables, mermarán dramáticamente los ingresos familiares, se derrumbarán la sanidad y las pensiones, la gente perderá sus ahorros, el capital y los inversores huirán como de la peste y en pleno Mar de la Crisis arbolado Europa acabará tirándonos por la borda con una moneda de dos reales por salvavidas.
Y mientras la tierra se resquebraja bajo sus pies, la tribu, azuzada por los hechiceros, se arremolina ante la cabaña del jefe que les raciona el agua, dispuesta a defenestrarlo para aplacar la ira de los dioses a la que achacan la sequía que los está matando de sed tras haber esquilmado otra vez y a conciencia el acuífero. No sólo los políticos o los gobernantes. También tenemos la historia que nos merecemos.

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.


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