Quizá conozcan mi obrita «El decatlón riojano», una humorística visión de nuestros vicios regionales como el lanzamiento de gargajo, el salto de semáforo, el levantamiento de vidrio, el triple taco o los 4 x 100 decibelios. En su epílogo anunciaba que aquel peculiar catálogo de «deportes» quedaba abierto a futuras incorporaciones, así que propongo una nueva disciplina deportiva de alto riesgo digna de figurar en tan prestigioso elenco: los 80 metros bache.

Es una modalidad de carrera de obstáculos en forma de socavones, algunos auténticos cráteres, que los participantes deben atravesar en menos de un hectómetro en un alarde de habilidad, equilibrio y, si se cubre a pie, supervivencia. Pues existen dos modalidades: pedestre y motorizada. En ésta, los conductores deben sortear los agujeros avanzando con extrema prudencia pegados al reposacabezas para evitar el esguince cervical por el meneo cefálico ocasionado cuando la rueda cae de lleno en un boquete tipo vesubiano. Pero la pedestre resulta más peligrosa, ya que, además del torzón de tobillo que acecha en cada hoyo, el viandante puede ser arrollado por los participantes motorizados, que solo miran por sus amortiguadores. La prueba alcanza su máxima dificultad cuando llueve, pues los baches inundados son trampas para el automovilista y no digamos para el pobre peatón que se cruce con él en pleno barrizal, malhadada circunstancia que propicia simultanear esta prueba con la del triple taco.

Los 80 metros bache no son una nueva modalidad deportiva sino un ejemplo de regreso a miserias pretéritas propiciado por la crisis, ya que los ayuntamientos han pasado de derrochar a espuertas reasfaltando calles enteras sin necesidad a no poder ni parchear un triste bache. Si les sobra adrenalina, atrévanse a atravesar en coche o a pie la mejor pista de La Rioja, situada entre el Camino Viejo de Alberite y los Hermanos Maristas de Lardero, con una increíble concentración de socavones merecedora de marca mundial.

Caminar por ese tramo de superficie lunar un lluvioso amanecer invernal contra vehículos transportadores de escolares retrasados (de tiempo, me refiero), esquivando salpicaduras y meteduras de pata sin acabar en la acequia, es una de las experiencias más fuertes que puedan vivirse en una vía pública a todos los efectos urbana. Cuando se topa en la meta con municipales inflándose a denunciar coches subidos a la acera, uno se pregunta cómo es que, aunque solo sea por recaudar, no se acomete una urbanización tan rentable. Los 80 metros multa, este sí es un deporte cómodo, sin riesgo y bien pagado. Con recargo, si te descuidas.

(el-bisturi.com)