Aunque no lo parezca, estamos en campaña electoral. Las elecciones europeas nunca han excitado al electorado español, que no está obligado a votar como en otros países (en alguno incluso multan por abstenerse sin motivo). Aquí, además, los partidos suelen utilizar estas convocatorias para discutir cuestiones domésticas y, en el caso de los dos grandes, como ajuste de cuentas al gobernante por el que aguarda su turno en el purgatorio de la oposición. Por otro lado, las elecciones al Parlamento Europeo son un ensayo bastante fiable a un año vista de las locorregionales, así que en España siempre han tenido más importancia nacional que europea (¡qué irónica final española de la copa de Europa en la jornada de reflexión continental!).
Y no parece que estemos en campaña electoral, porque la crisis en general y la tormenta de la financiación irregular de los partidos en particular han acabado con aquellas costosas precampañas en las que los partidos publicitaban sus lemas en carteles, medios y vallas desde semanas antes. Ahora no hay dinero ni para pedir el voto, así que muchos electores, desamparados por la falta de mercadotecnia electoral, no saben a quién votar el día 25, si es que piensan hacerlo. Si es uno de ellos, sepa que sus opciones son cuatro: abstenerse y el voto en blanco, nulo o correcto.
Si se abstiene, además de exponerse a que lo acusen de no ser demócrata, aunque se la sople, posiblemente favorezca al Partido Popular, que suele movilizar más a su fiel electorado.
Si introduce en la urna un sobre vacío su voto en blanco computará como válido y por tanto, al ponerles más difícil el mínimo de votos para logar escaño, perjudicará a los partidos más pequeños en beneficio de los grandes.
Si opta por desahogarse escribiendo en la papeleta descalificaciones contra el sistema, el gobierno o los políticos (cosa que se la refanfinflará a la mesa electoral), su voto nulo no favorecerá ni perjudicará a nadie.
Y si se comporta como un ciudadano ejemplar utilizando una papeleta válida, con la vigente ley d’Hont puede que su voto sea más útil si opta por PP o PSOE, menos si vota UPyD, Izquierdas Unidas o Ciudadanos y muy poco si apoya a candidaturas –tan respetables por otro lado– como el Partido Animalista, Recortes Cero, Partido X (no es eso), Extremeños por Europa, Por la República y la Ruptura con la Unión Europea, Confederación Pirata, Agrupación de Electores Discapacitados y Enfermedades Raras, Podemos o Movimiento Corriente Roja.
En fin, que gane el mejor. En Lisboa, por supuesto.