Refiriéndose a Gibraltar, José Antonio Primo de Rivera declaró que «España limita al sur con una vergüenza». Casi ochenta años después del fusilamiento del fundador de Falange Española en la cárcel de Alicante, nuestra vergüenza meridional persiste, pero ya no es el pequeño forúnculo colonial británico cronificado en el trasero de Europa, sino la extensa región hispana con que el peñasco limita al norte.

Resulta que en Andalucía, la mayor de las neotaifas autonómicas, gobierna el Partido Socialista Obrero Español desde el principio de los tiempos democráticos, así que son, treinta y seis años. Resulta que la región posee el peor mercado laboral de la Europa comunitaria, con un desempleo del 36%, un millón largo de parados, de los que 632.000 son jóvenes (la tasa se dispara al 64% de andaluces entre 21 y 25 años y a más del 80% en los menores de 20). Resulta que es la comunidad con más funcionarios de España, medio millón, y también con más pobres: uno de cada cuatro españoles pobres es andaluz, y uno de cada tres andaluces es pobre. Tres millones y medio (el 41%) viven en el umbral de la miseria y el 55% de los hogares andaluces se sitúa en grave riesgo de estarlo. No sigo. En cualquier sociedad democrática, estos pésimos indicadores bastarían para echar del poder a cualquier gobierno y hundir al partido político que lo sustentara. Pues bien, en Andalucía no sólo no ocurre eso sino que, desde hace siete lustros, el máximo responsable (¿no?) de la vergonzosa situación socioeconómica andaluza ha ganado todas las elecciones -salvo la última, aunque su conchabanza con Izquierda Unida le permitió seguir gobernando- y seguirá ganándolas mientras el censo clientelista de estómagos agradecidos no baje del millón y medio de votantes (y la abstención ronda el 40%).

Por si fuera poco, el fraude de los ERE no sólo destaca por encima de los demás casos de corrupción política sino que, entre la nutrida panda de presuntos defraudadores, malversadores y prevaricadores imputados se encuentran una treintena de altos cargos de la Junta de Andalucía que incluye a ex ministros, ex consejeros y hasta dos ex presidentes, Manolo Chaves y Pepe Griñán. Y cuando este último dimitió ante su previsible imputación, dejó en el puesto a una hija del aparato cuya trayectoria política desde los veintitrés añitos parece que hubiera atravesado la sucia historia reciente del partido sin mancillarse.

Mientras tanto, al fin han retirado el monolito abstracto dedicado a José Antonio en una plaza de Granada. Eso sí era una vergüenza intolerable.

(el-bisturi.com)