Si se dan una vuelta por internet buscando cosas sobre la Organización Mundial de la Salud (OMS) descubrirán que esta filial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) arroja menos luces que no ya sombras sino oscuridades tenebrosas. A estas alturas de la miseria planetaria pocos terrícolas creerán todavía que la ONU es beneficiosa para la Humanidad. Surgida del apocalipsis de la Segunda Guerra Mundial como utopía buenista internacional por un mundo mejor, se ha convertido en un tinglado corrupto e ineficaz manejado por las grandes potencias nucleares, empezando por la anfitriona de su sede. La OMS está tan corrompida como su madre pero con la diferencia de que sus informes y dictámenes no solo no sirven para nada sino que hacen temblar a los habitantes del primer mundo, esa privilegiada minoría de seres humanos obsesionada por el pánico a enfermar y no digamos a palmar.
Se sabe que los problemas de financiación de la OMS la están echando en los brazos de poderosas multinacionales de la alimentación, la energía y, sobre todo, de la industria farmacéutica, cuyas peores consecuencias son el silencio untado sobre sustancias nocivas para la salud o la invención interesada de pandemias tan alarmantes como falsas (gripes A, porcina y aviar, virus Ébola, etc.) pero enriquecedoras de fabricantes de vacunas y fármacos que financian muchos estudios de supuestos expertos, mayormente en terrorismo preventivista o sea en acojonar a la gente más sana del mundo.
La última campaña de este escandaloso «marketing del miedo» es un torpedo en la línea de flotación de uno de los sectores productivos más importantes de nuestro país y de una cultura gastronómica de la que presumimos. Ahora resulta que la «carne procesada» (dentro de poco, por sus crímenes contra la Humanidad Bien Alimentada), léanse el chorizo, el salchichón y el jamón entre otras viandas cárnicas son cancerígenas aunque sólo si se consumen «en exceso». Miren, incluso el agua puede ser una sustancia letal si se ingiere en cantidad suficiente. Lo que no llego a vislumbrar a quién beneficiaría el hundimiento del sector cárnico, porque los omsianos, con perdón, no se tiran pedo que bien huela. Y ya en plan escatológico, una vida en la que no puedas meterte un buen vino o unas cervezas, un chuletón al punto, unas manos de jamón ibérico o chorizo riojano, unos caparrones con todos los sacramentos y hasta un buen puro quien lo disfrute será sanísima pero una mierda de vida, y no digamos para los no creyentes en la otra.
OMS = Os Moriréis Seguro, comáis lo que comáis (y si no coméis nada, mucho antes).