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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Recortes necesarios

Las cifras de actividad sanitaria en La Rioja (datos de 2014) son de mareo: en Atención Primaria se atendieron 1.800.000 consultas médicas, 1.200.000 de enfermería, 234.000 pediátricas y 197.000 sesiones de fisioterapia, más 319.000 atenciones fuera de agenda, a domicilio o en los Centros. La Especializada contabilizó 28.445 ingresos (la tasa por 100.000 habitantes más alta de España), 125.000 urgencias, 570.000 consultas y 24.500 intervenciones quirúrgicas.

Respecto a las exploraciones más frecuentes: 175.000 radiografías y 27.000 TAC (la comarca de Chernóbil no recibió tantas radiaciones cuando explotó la central), 15.000 resonancias, 43.000 ecografías y 6.750.000 determinaciones analíticas y muchas pruebas más. En cuanto a la prescripción farmacéutica, se extendieron 5,81 millones de recetas. A estas impresionantes cifras del sector público habría que añadir las del privado (¿un15% más?), las campañas preventivas (vacunas, cribados) y las dispensaciones de medicamentos sin receta. Pagar este desaforado consumo sanitario sin parangón en la OCDE exige casi un tercio de los recursos económicos de la Comunidad.

¿De verdad estamos los riojanos tan enfermos? ¿Necesitamos tal cantidad de asistencia sanitaria? ¿La sociedad riojana goza de mejor salud por estar hiperatendida? La respuesta rotunda es no. Un aumento del presupuesto sanitario no solo no eleva el nivel de salud de la población sino que muchos tratamientos son no ya innecesarios sino perjudiciales. Destinar más recursos por el demagógico «la salud es lo primero», sin gestionar una demanda claramente generada por la oferta, va en detrimento de otros sectores básicos para la sociedad como educación, justicia, infraestructuras, investigación o cultura.

Una de las constantes sociales y políticas, más en campaña electoral, es el rechazo de «recortes» al Estado de Bienestar, sobre todo en Sanidad. Pero recortar significa «cortar lo que sobra de algo», y si algo sobra en nuestra medicalizada sociedad es tanta consulta, tanta pastilla, tanto análisis, tanta placa y y tanta hospitalización, así que el «no a los recortes» precisa una discusión rigurosa y seria centrada en cuáles deben de ser las metas racionales de la Medicina y la consecuente adecuación de los medios para lograrlas, y no viceversa. Por cierto que tales recortes necesarios no puede realizarlos ningún gobierno sin la colaboración necesaria de los únicos facultados para indicar exploraciones y prescribir tratamientos, ideal como escasamente conforme a la buena práctica, a una gestión clínica ética y a la evidencia científica, sin sucumbir a presiones ni caer en el ejercicio defensivo. Un asunto demasiado complejo para despacharlo con un eslogan.

 

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.


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