>

Blogs

Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Eso por preguntar

Lo sucedido con el llamado «Brexit» es un acabado ejemplo de la capacidad que poseen dirigentes políticos irresponsables para crear graves problemas donde no existían. Ya sabemos que los británicos son muy suyos: conducen por la izquierda, miden en pulgadas, acres y yardas, toman té a todas horas, pagan en libras y peniques, son puntuales y respetan las colas (de esperar). Que su insularidad les ha permitido considerarse históricamente diferentes, cuando no orgullosamente superiores al «continente» y su nostalgia imperial les impide la humildad de considerarse un socio más de la Unión Europea, por destacado que sea. Pero, que se sepa, abandonar Europa no era una fuerte demanda popular, una preocupación prioritaria ni una necesidad acuciante de los súbditos de Isabel II. Con sus particulares problemas de encaje, derivados de esa idiosincrásica singularidad británica, el Reino Unido era una de las piezas fundamentales del proyecto de unión europea. Hasta que llegó un primer ministro que puede pasar a la historia como el más nefasto y la cagó, con perdón, pero bien cagada, convocando un referéndum sobre la permanencia o salida de la UE, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo. Y para presentarlo como una amenaza nacional externa con vida propia, como una invasión, un cataclismo o una epidemia, lo bautizaron con ese acrónimo onomatopéyico de estornudo, «Brexit», que explicita la opción indeseable para los propios convocantes: la salida. El potencial psicológico de las palabras es tal que si lo hubiesen llamado «Bremain» posiblemente esa absurda consulta popular hubiese obtenido más partidarios de la permanencia, o menos de la salida, que para el caso de Tauste.

El caso es que Dios dejó de ser británico hace bastantes años pero los referendos los sigue montando el diablo, y en éste ha sucedido lo que puede pasar cuando en aras de la sacrosanta democracia, esa cosa tan anglosajona, invitas a la parroquia a una ronda de decisión sobre asuntos que la inmensa mayoría no es capaz ni de comprender ni analizar, ni de prever las consecuencias de un calentón electoral entre pinta y pinta de cerveza. Churchill aseguró que la democracia era el menos malo de los sistemas de gobierno posibles, pero puede resultar catastrófica cuando los gobernantes son los peores imaginables. Los británicos nos llevan a los españoles siglos de ventaja en democracia parlamentaria, pero a la vista de lo sucedido los pasados días 23 y 26 allá y aquí, parece que les hemos dado una lección sensatez sabiendo frenar el aventurado populismo que los ha avasallado. Eso pasa por preguntar lo que no se debe. Y sin necesidad.

Temas

Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.


junio 2016
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
27282930