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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Quédate en casa por Navidad

 

En 1977 Mariano Rajoy tenía veintidós años, Pedro Sánchez cinco y Pablo Iglesias, Albert Rivera y Alberto Garzón no habían nacido. Aquel año los españoles dimos al mundo una lección de reconciliación, concordia y tolerancia pasando de la dictadura surgida de una guerra civil a una democracia, con la canción Libertad sin ira como música de fondo. Aquel año prodigioso para nuestra historia se constituyó un primer Congreso de los Diputados integrado por personajes como Adolfo Suárez, Manuel Fraga, Gregorio López Bravo, Santiago Carrillo, Dolores Ibárruri o Rafael Alberti. Es decir, ministros del Caudillo ganador de la guerra civil que provocó su golpe de estado y comunistas exiliados que salieron perdiendo en aquella espantosa lucha fratricida. No se puede concebir más antagonismo ideológico. Sin embargo, nadie le reprochó a nadie su pasado desde el escaño. De las dos opciones posibles de cambio, ruptura y reforma, todos optaron por la segunda, y eso significó borrón y cuenta nueva, olvidar y unir fuerzas para construir el futuro. Los Pactos de la Moncloa y la Constitución de 1978 fueron ejemplos mundiales de consenso entre todas las fuerzas políticas, de derechas, de centro y de izquierdas para sacar adelante un país azotado por una fuerte crisis económica, las tensiones involucionistas y el salvaje terrorismo etarra.

Cuarenta años después, el espíritu de aquel prodigio político se ha esfumado del hemiciclo donde, hoy como durante la Oprobiosa, los diputados votan lo que les mandan, solo que entonces sólo mandaba uno y ahora unos cuantos, entre los que destacan un veterano gobernante incapaz de atajar la corrupción de su partido, por un lado, y por otro tres aspirantes a serlo: un perro del hortelano ambicioso sin escrúpulos ni sitio donde caerse muerto si no consigue ser presidente, un niñato bienintencionado al que le viene demasiado grande el traje de España y un «nieto de la ira» populista-revanchista-narcisista que harían bien en aprender de aquella Transición ejemplar lograda por estadistas y no por aficionados que pretenden darnos lecciones de democracia. Son las cuatro etas: el cagueta, el chuleta, el veleta y el coleta. En sus manos, España se ha convertido en un perverso juego de estrategia de mesa cuyas fichas somos los ciudadanos.

Pues basta de hacerles el juego. Hora es de que los votantes demos la espalda a esta caricatura de clase política negándonos no solo a votar otra vez en diciembre sino a formar parte de las mesas electorales quien le toque, sin miedo a la sanción en un país donde desobedecer las sentencias del más alto tribunal queda impune. Sería un espléndido bofetón del pueblo soberano en la jeta de estos líderes tan «in» que tenemos: intransigentes, irresponsables, incapaces, indignos. A ver a qué jugaban entonces estos.

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.


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