Julián Doménech, el presidente de la Federación de Empresarios de La Rioja (FER), abandonará su cargo el próximo día 20, tras once años en la cúspide de la patronal riojana. Por tal motivo, Diario LA RIOJA entrevistó al jefe de la patronal riojana en su despacho en la sede la patronal el pasado viernes. Fue una conversación extensa, relajada y periodísticamente muy fructífera, con declaraciones sorprendentes e inesperadas que se publicaron en la edición del domingo. Lo que ha trascendido a nivel nacional es su reconocimiento de “haber sufrido la corrupción de los Pujol, unos bandidos”, para trabajar con su empresa Incosa en Cataluña. Pero sus declaraciones en el terreno estrictamente regional tampoco tienen desperdicio: asegura que en el 2002 heredó una patronal “desordenada, desmotivada y que no pagaba impuestos”, y reprocha al presidente de la Cámara de Comercio, José María Ruiz-Alejos, una deslealtad institucional y personal. A continuación reproduzco la entrevista tal y como fue publicada.
No sólo Mariano Rajoy se lamenta de la «herencia» recibida. También lo hace el presidente saliente de la patronal riojana, Julián Doménech, quien en esta entrevista de balance de sus tres mandatos revela que «tardamos más de dos años en poner orden a una FER desangelada, desorganizada, desmotivada y sin orden en sus cuentas».
-¿Qué FER encontró, qué FER deja?
-Nos encontramos una FER en la que la contabilidad se mezclaba con las de sus asociaciones, no estaba auditada, no pagaba impuestos? Tardamos más de dos años en poner orden. Fueron dos años de mucha tensión porque me encontré con frenos y miedos, ya que la mitad de la comisión permanente venía del anterior mandato. Pedí asesoramiento a una empresa externa, Uliker, y en un mes y pico detectó que había muchas cosas que se habían hecho muy mal para beneficio de ciertas personas y no del conjunto de la entidad. Había actuaciones que eran de juzgado de guardia. A partir de ahí, con el apoyo del equipo de la FER y del secretario general, comenzamos a trabajar. Tuvimos que despedir a algunas personas y las indemnizamos a todas. ¡A todas! Incluso a las que moralmente no lo merecían por no haber cumplido con su deber. Empezamos a regularizar nuestra situación impositiva, cuestión en la que tengo que agradecer mucho la comprensión de la Delegación de la Agencia Tributaria, el equipo recuperó la motivación y salimos del pozo.
-Y los ánimos se calmaron?
-Sí. Cualquier decisión se ha consensuado con la permanente. Esa ha sido la piedra angular de once años de paz y gobernanza internas. En este sentido me alegro de que el futuro presidente (en referencia a Jaime García-Calzada) comulgue con seguir actuando desde el consenso. Sin personalismos.
-¿Da por hecha la elección de García-Calzada?
-No, no, por supuesto. Hay que esperar hasta el día 8 para ver si alguien más opta. Lo que quiero decir es que Jaime encabeza una candidatura de consenso y eso es muy bueno para evitar «guerras».
-Ganada la paz interior estalló el conflicto externo con la Cámara de Comercio por la decisión de presentarse a las elecciones de la entidad cameral del 2006.
-Fue un acuerdo unánime de la permanente de la FER. Había muchos empresarios «quejosos» con la Cámara y, a nivel institucional, la entidad cameral no respondía con la misma reciprocidad al pacto de equilibrio por la unidad empresarial que habíamos convenido su presidente, José María Ruiz-Alejos, y yo mismo dos años antes. Antes de dar ese paso, no obstante, me cité con José Mari y le dije: «José Mari veo que cada vez que te doy la mano me la muerdes». Y su respuesta, que me acompañará mientras viva, fue: «Eso es consustancial conmigo». Me dolió muchísimo y a partir de ese momento nos fuimos distanciando. Llegaron las elecciones, concurrimos y perdimos, aunque logramos meter a diez personas en el pleno de la Cámara. En cuya labor, por cierto, jamás nos hemos entrometido.
-¿Invitar el año pasado a nueve embajadores a La Rioja para abrir mercados de exportación a las empresas no es inmiscuirse en una competencia de la Cámara?
-Nuestra motivación fue colaborar en el fomento de la exportación, pero hubo quien se lo tomó mal por pensar que ese era su «coto de caza». Pero de nada sirve tener un coto si no cazas, ¿verdad?
-¿Cómo sentó en el Gobierno regional la decisión de concurrir a las elecciones camerales?
-Es cierto que tuvimos que luchar también contra él como autoridad tutelante de la Cámara. El error fue no hacerle una consulta previa.
«Apaleado y atacado»
-¿Y cómo le sentó a usted que Ruiz-Alejos desautorizase su intención de aspirar a la presidencia de la Cámara asegurando que, como empresario, «sólo tocaba de oído»?
-Me dolió más cuando en una cena que se celebró poco después de las elecciones, y a la que acudí en representación de la FER acompañado de mi esposa, me sentí apaleado y atacado por Ruiz-Alejos. Hubo empresarios que me comentaron que lo que había ocurrido era una vergüenza. Yo nunca he hecho ataques directos hacia la Cámara o hacia su máximo representante.
-¿Y no es un ataque justificar, como lo hizo la FER, que concurría a las elecciones de la Cámara «con el fin de dar su gestión a los empresarios»?
-¿Dijimos eso?
-Sí, en la rueda de prensa del 1 de diciembre del 2005 en la que comunicó la decisión de concurrir.
-No lo recuerdo, pero creo que lo que queríamos decir es que deseábamos una gestión de plenario y no una gestión unipersonal.
-UGT-Rioja ha denunciado que 19 convenios (41.000 trabajadores) pueden caer en junio si no se desbloquea su negociación y que hay empresas que están aprovechando la situación actual de forma «ilícita» para obligar a sus empleados a firmar, uno por uno, rebajas salariales?
-Admito que puede haber empresas que incurran en estas prácticas. Pero yo, ya me lo han oído más de una vez, defiendo a los buenos empresarios, no a lo malos. Respecto al tema de los convenios regionales, soy consciente de la petición de Javier Granda. Como presidente de la FER puedo recomendar a las asociaciones que lleguen a un acuerdo, pero lo que no puedo hacer es imponer, porque cada una toma sus decisiones libremente. Creo que hay que renovar, superar y perfeccionar los convenios, pero hay que hacerlo desde la realidad. Eso nos exige audacia a los empresarios y a los sindicatos para avanzar en la flexibilidad interna que evite despidos. Y desde luego, sin conflictividad, porque con «shows» o con amenazas no se puede avanzar.
-¿Cómo afecta la crisis a la FER?
-Éramos 3.500 asociados y ahora estamos 2.980, lo que supone un descenso de la recaudación por cuotas, dinero que destinamos a los salarios de la plantilla, que mantenemos intacta. En el último año hemos perdido 65.000 euros porque nos han fallado los ingresos, entre ellos, el convenio con el Gobierno regional, algo más de 120.000 euros, que en el 2012 se quedó a cero. Sin embargo, gracias a la austeridad, contamos con unas reservas de 3,2 millones y no tenemos deuda.
-¿Es consciente del descrédito social de patronales y sindicatos?
-Le puedo asegurar que la FER no recibe tantos fondos como la gente cree. Esta Federación se ha ajustado el cinturón como lo hacen las empresas y las familias. ¿Sabe cuántos coches oficiales hay en España? 60.000; ¿sabe cuántas empresas públicas absurdas, deficitarias y pintorescas hay para que los partidos coloquen a su gente? 4.000; ¿sabe cuántos funcionarios sobran? en CEOE estimamos que dos de los 3,2 millones que hay. Escucho al Gobierno, escucho a la oposición, y concluyo que los partidos y los ciudadanos estamos en mundos diferentes. Y ya no hablemos de la corrupción, algo que he sufrido personalmente.
-¿Cómo dice…?
-Yo he vivido la corrupción de los Pujol. Unos bandidos. Para trabajar con mi empresa en Cataluña tenía que lograr el plácet de CiU y mi «contribución» debía ser del 3%. ¿Le suena? Un impuesto revolucionario que llegó al 4% y, en alguna ocasión, hasta el 5%. Esa es mi vivencia y no soy un sinvergüenza. Yo lo único que quería era trabajar.