Este viernes se celebra el Día Internacional de la Mujer. La incorporación de la mujer al mercado del trabajo es una realidad incontestable. Tan incontestable como lo es que persiste la desigualdad con los hombres. Para no aburriros con datos: las mujeres riojanas sólo ocupan el 32% de los cargos de responsabilidad en las empresas de la región, pese a que representan (representamos) el 56,4% de los ocupados con estudios superiores. Y a eso, sumadle la brecha salarial, que llega al 33% en los puestos directivos. No es una suposición. Es un dato verificado por el Gobierno de España que, con seguridad, volverá a surgir para la discusión este próximo 8 de Marzo.
La semana pasada tuve la oportunidad de mantener un debate en la sede de Diario LA RIOJA con tres mujeres que ocupan cargos de responsabilidad en sus empresas. Las invitadas, a las que de nuevo agradezco que aceptaran mi propuesta, fueron Myriam García Marrodán (responsable de Desarrollo de Negocio de SDI Soluciones Informáticas), Esther Moreno (jefa de Personal y Recursos Humanos de Arisa) y Verónica Hernández (directora de del CEI Colorín Colorado y presidenta de la asociación patronal del sector de guarderías y centros de educación infantil de La Rioja).
García, única mujer presente en la junta directiva de AERTIC de la FER y, además, su integrante más joven, defendió que «seas hombre o mujer, en los puestos directivos o técnicos nada se presupone y hay que mejorar todos los días». «Nuestra generación está rompiendo el modelo, pero -añadió- creo que hay empresarios que siguen pensando que contratar a las mujeres puede generarles «problemas» porque quedarse embarazadas o cuidar de sus hijos puede hacer que estén más ausentes del trabajo que los hombres»
Hernández suscribió sus palabras: «Ante dos currículos de la misma experiencia, el empresario se tira más por el hombre porque parece que el cuidado de los hijos sigue siendo una responsabilidad mayor de las mujeres». Por su experiencia conoce varones que han tenido «problemas con sus empresas» por ejercitar su derecho a compartir la excedencia por el nacimiento de un hijo o el periodo de lactancia, o pedir una reducción de jornada. «La primera respuesta con la que encuentran suele ser: «¿Pero no la coge tu mujer?», ejemplificó.
Ante esa situación el debate giró sobre si es necesario mantener una discriminación positiva hacia las mujeres. Moreno sólo se mostró partidaria de ella «para ayudar a conciliar la vida laboral y familiar». El establecimiento por ley de cupos «no me gusta porque al final no te estás ganando el puesto por tu talento, aunque Noruega, el país con más mujeres directivas de Europa, fue el primero en utilizar este sistema». «No obstante -insistió- no creo en los cupos; creo que las mujeres nos tenemos que ganar el respeto y demostrar nuestra valía todos los días, y formarnos constantemente, pero igual que les sucede a los hombres».
García se sumó a estas reflexiones: «A mí me parece que fijar cupos es forzar la situación; en mi opinión ha de ser algo más normalizado y natural». Respecto a la discriminación positiva, discrepó de Hernández, defensora de recuperar las subvenciones a la contratación de mujeres: «Las ayudas destinadas a la maternidad me parecen correctas, pero no para contratar a la mujer porque sí; eso es promover la desigualdad y al final resulta discriminatorio para ellos». «Todo es aplicar sentido común; que no haya distinción ni por exceso ni por defecto», propuso.
García y Moreno trabajan en sectores más ligados con el colectivo masculino, mientras Hernández lo hace en uno que tradicionalmente ha estado vinculado a la mujer. «La novedad -resaltó- es que desde hace cuatro años los chicos han empezado a entrar en la educación infantil y eso es algo que me parece fantástico, porque los niños, desde muy pequeñitos, ven que los adultos, ya sean hombres o mujeres, comparten las tareas en igualdad».
Precisamente, la educación es la primera de las áreas en las que las tres consideraron que es necesario incidir para alentar ese cambio cultural y empresarial que facilite el acceso de la mujer a los puestos directivos. También, la implantación de sistemas como el teletrabajo, amén de «acabar con esa costumbre tan española de prolongar las jornada laboral sin sentido». Asimismo juzgaron «imprescindible» adoptar una mayor flexibilidad.
¿Cómo mandan las mujeres?, ¿cómo ejercitan su liderazgo?, les preguntamos. En principio, la tres aseguraron que «de igual manera a como lo hacen los hombres». Pero finalmente admitieron que «somos más sensibles y receptivas a las necesidades familiares que puedan tener los trabajadores y procuramos llegar a una solución que sea satisfactoria para todos». También reivindicaron «el tesón y la fortaleza» que las mujeres muestran en el desempeño de sus cargos.
La conversación llegó a su punto final con un deseo por parte por parte de las tres: «Que algún día no se tenga que celebrar este tipo de debates»