En vísperas de que los nacionalistas catalanes, como ya vaticinó este suelto en octubre, acudiesen a la despensa electoral a atiborrarse de independentismo ‘pata negra’ y despreciasen a Casa Mas, Caja Rioja se volatilizó como entidad de crédito.
Los responsables de la extinta Caja, la Comunidad y el PP se afanan en revestir con una aureola de ‘normalidad’ la mutación jurídica en fundación. Y así es, efectivamente, porque Bankia ha heredado la función financiera que ejercía la Caja y ésta sólo se queda para organizar exposiciones, patrocinar conciertos y ayudar en proyectos sociales, actividad, por otra parte, sumamente de agradecer hoy.
Pero limitarse a esa lectura incompleta no conduce a ningún sitio, salvo a un redentor autoengaño. La realidad es que Caja Rioja (como las otras socias satélites de la integración con Caja Madrid y Bancaja) no tuvo toda la información de las cuentas al cierre de la operación. Pero las dio por buenas. Porque, aun en el hipotético caso de haber dudado, su voz no iba acompañada del voto que concedía estar sentada en el consejo de administración de Bankia.
Los dos primeros sillones cedidos a los minoritarios los ocuparon los presidentes de Insular (que ya ha visitado los juzgados a jugar al ‘Pasapalabra’) y de Caja Ávila. Caja Rioja se quedó a la espera de turno, lo que despertó suspicacias en la oposición y los sindicatos por la carencia de una voz permanente que hiciera valer su capacidad de decisión e influencia.
Año y medio después, sin embargo, que el entonces presidente de Caja Rioja no estuviese sentado en la misma mesa de juntas que Rodrigo Rato supone un enorme alivio. Ver declarar ante el juez a Fernando Beltrán es lo único que faltaba para rematar a una entidad que merecía un mejor epílogo.
La foto está fechada el 9 de julio del 2010 y su autoría corresponde a mi compañero Justo Rodríguez. En ella aparecen el presidente regional, Pedro Sanz, junto al entonces presidente de Caja Madrid y futuro máximo mandatario de Bankia, Rodrigo Rato, quien visitó Logroño para presentarle el Sistema de Protección Institucional (SIP) que alió a las siete entidades de ahorros. Rato se hizo acompañar por los otros seis máximos directivos del resto de las cajas participantes en la integración, entre ellos, Fernando Beltrán, que en la imagen aparece flanqueado por Pedro Sanz y José Luis Olivas (Bancaja). En el extremo derecho de la fotografía posan los dos presidentes de las minoritarias que entraron en el consejo de administración de Bankia: Juan Manuel Suárez del Toro (Caja Insular de Canarias) y Agustín González (Caja de Ávila).