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Sergio Jiménez

Entre páginas

‘Rocío para Drácula’, exorcismo metaforizado

 

“Llévese

los miedos , la náusea, la voz.

Los cede gustoso

a cambio de horas.”

Tarde o temprano, todos, sin excepción, tenemos que expulsar de alguna forma todo el mal que, ya sea en pequeñas (afortunados), medianas o grandes dosis recibimos a diario. Una discusión, un problema en el trabajo, con la familia, con los amigos, con el banco, con uno mismo… Granito a granito vamos acrecentando en nuestro interior una nube oscura que purgamos con cierta periodicidad. El acto es común, la forma no. Hay quien lo hace riendo, llorando, gritando, callando…o escribiendo. Y es que, ¿qué mejor forma de expulsar los demonios internos que con palabras bellas? Esta parece ser la meta del escritor Fernando López Guisado en ‘Rocío para Drácula’, su último libro de poemas en los que le devuelve el beso al famoso vampiro.

Publicado en 2014 por Ediciones Vitruvio, esta colección de poemas reconocida con el premio de la Asociación de Editores de Poesía el mismo año, recoge el testigo de ‘La letra perdida’, su primera obra en alcanzar la segunda edición. Al igual que su predecesor, el libro que nos ocupa enseña los colmillos sin necesidad de abrirlo, una portada negra como los versos que encierra sirven de sinopsis del contenido de sus páginas.

Desde ‘Sunset cat´s blues’ hasta ‘Rocío para Drácula’, el autor nos ofrece una colección de poemas cuyas palabras versan sobre temas tan variados como la naturaleza, femmes fatales, el paso del tiempo, el amor romántico, el deseo, la tragedia familiar o la infancia. Todos ellos bajo un halo de oscuridad a veces manifiesta (“Esta noche pulsaría un botón rojo para borrar del planeta con todos dentro, inocentes mujeres y niños dormidos arrojados por la borda junto a monstruos de almas sucias”, Reset), a veces disimulada en rizadas metáforas (“Los corazones titilan en el brillo de un solo píxel”, Ecógrafo nº57).

Sin pudor, López Guisado representa escenas de su vida privada, o al menos es lo que sugiere el uso de la primera persona. Así, los gatos, la esterilidad, la paternidad y el miedo a la muerte se repiten en varios de sus versos, dando forma a una cotidianidad fácil de imaginar y con la que es difícil no empatizar. La muerte y la melancolía que la acompañan se reflejan en poemas como ‘Solsticios de la memoria’ y ‘Rosebud’. Su vida profesional tampoco se salva del exorcismo, pues a través de los versos de ‘Nadie compra poesía’ y ‘Bella durmiente’ acerca al lector a la mente del escritor, volcada en la falta de público para el género que escribe y en su relación con sus instrumentos de trabajo.

Página a página, entre la fantasía y la realidad cotidiana, ambas envueltas en la belleza misteriosa de la poesía, la oscuridad de las tres partes en que se divide la obra de López Guisado sumerge al lector en el acertijo que su título propone desde el principio. Su mejor pista se encuentra en ‘Para Drácula’, una subparte cuyos poemas van dedicados al conde, y que permiten entender al lector que el mal se esconde en muchos sitios (“Drácula puede ser incluso un libro”).

Al llegar a su última página queda claro que no hay nada más mortal para el rey de las tinieblas que atrevernos a destapar los claroscuros de nuestra vida sin miedo, acto equiparable al rocío de la mañana que anuncia la inminente llegada de los primeros rayos de sol.

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