Inocencia, bondad, sencillez, ingenuidad… son algunas de las inofensivas cualidades que atribuimos a los niños, o mejor dicho, a una imagen idealizada de los mismos. Todas ellas también podemos atribuirlas, o no, a los adultos. Lo mismo pasa con otros atributos malignos, quizá considerados exclusivos de la edad adulta, que pueden darse en los pequeños. […]