En su última novela, ‘Con el frío’, el escritor valenciano Alberto Torres Blandina plasma sus inquietudes sobre la humanidad a través de 16 historias de ficción, aunque una no lo es tanto. Así lo explica en una entrevista que, como sus textos, invita a la reflexión sobre el mundo actual. Ganador del premio internacional de novela Las Dos Orillas y del Premio Europa a mejor novela extranjera en 2010 por ‘Cosas que nunca ocurrirían en Tokio’, el profesor de literatura y componente del grupo musical ‘Niñamala’ nos confirma que casi ha terminado ‘Contra los lobos’, su próxima obra.
– ¿Cómo empezaste a escribir?
No me recuerdo sin escribir. Desde niño escribía cuentos ilustrados que grapaba y enseñaba a mi madre. Cuando publiqué mi primera novela tenía ya acabadas cinco. Un par de ellas escritas en la adolescencia. Muy malas…Todavía estarán por algún cajón.
-¿De dónde surgió la idea de escribir ‘Con el frío’?
De los telediarios, supongo. Veo las noticias y no entiendo en qué clase de mundo vivimos. Yo miro nuestra civilización siglo XXI y solo veo monos. Con ropa de marca pero monos. Inventamos teorías, obras de arte, peinados modernos y cócteles chic. Pero no dejamos de ser monos parlanchines que se dejan llevar por sus instintos irracionales una y otra vez. Tal vez porque el capitalismo acrecienta nuestra parte más salvaje: la competitividad, la ley del más fuerte, la selección darwinista. El capitalismo es la forma en que los monos pueden seguir siendo monos creyéndose civilizados.
– La novela se divide en 16 capítulos con sus propios protagonistas ¿Te resultó difícil crear tal variedad de personajes y escribir sobre ellos?
Viajo mucho y quería dar cuenta de algunos de esos lugares que he visitado. Porque la novela intenta mostrar que no existe un solo punto de vista, que en este mundo globalizado compartimos referentes pero no lo que estos referentes significan, lo cual hace que en el fondo no nos entendamos. Necesitaba crear personajes muy distintos en lugares del planeta con cosmovisiones muy distintas. Y, además, me propuse que cada capítulo utilizase técnicas narrativas diferentes, lo que todavía complicó más la escritura.
“Escribo para intentar comprender lo que ocurre a mi alrededor”
– Casi todas las historias giran en torno al drama y mantienen un tono pesimista, ¿crees que el mal prevalece sobre el bien?
No lo sé, pero el bien no suele inspirar a los artistas. O al menos a mí. Es lo cruel, lo inhumano (absurda palabra, pues lo “inhumano” es muy humano), lo dramático lo que golpea la conciencia. Yo escribo para intentar comprender lo que ocurre a mi alrededor. Intento comprender por qué las religiones se fanatizan hasta llegar a matar en nombre de dioses del amor; por qué algunos políticos valencianos (soy de Valencia) se compraron pisos con el dinero que yo doné para el terremoto de Nicaragua: ¿un piso a cambio de vidas?; por qué por ganar un poco más las empresas contaminan cargándose el mundo de sus descendientes. En fin, no entiendo a los hijos de puta, digamos.
– En los relatos subyace un mensaje de crítica a la deshumanización de la sociedad, ¿cómo crees que podemos solucionarlo?
No lo sé. Supongo que el capitalismo no ayuda, pues separa al hombre de sus raíces. Lo desconecta de la tierra y de lo que fuimos, aislándonos del “acorde” de la creación, por decirlo de alguna manera. Tampoco la mayoría de las religiones, que ven al hombre como el guardián del universo, como si al universo le importáramos un carajo. Supongo que debemos concienciarnos poco a poco de cuál es nuestro lugar. Las filosofías orientales, por ejemplo, muestran un camino, pero solo están de moda de forma superficial. El yoga es genial para que los brokers de Wall Street se relajen tras una dura jornada. A eso me refiero cuando hablo de una globalización superficial. Absurda.
– Personalmente, ¿crees que el fin del mundo será causado por un fenómeno sobrenatural, como dejas entrever en el libro, natural, o provocado por los humanos?
Ni idea. El libro utiliza este fenómeno catastrófico para analizar cómo funciona la sociedad y la naturaleza humana. Intenta desenmascarar ciertas actitudes humanas. El apocalipsis me interesa poco. Me interesan las historias humanas. Poner el foco en algunas pequeñas catástrofes cotidianas, más importantes para sus protagonistas que cualquier fin del mundo que esté acercándose.
– Al final de libro mencionas que has pisado cada uno de las ciudades en que se ambienta el libro, ¿has conocido también a alguno de sus personajes?
Los mineros de Potosí, por ejemplo, son tal cual hablo de ellos. No me he inventado apenas nada en ese capítulo. Es increíble cómo viven: adorando a Satán, siempre borrachos, casados con varias mujeres… Y la perrita de la que hablo en el primer capítulo existió realmente. El resto son inventados, aunque los contextos son bastante fieles a los reales, pues se basan en mi propia experiencia viajera. El personaje que más me gusta es el criador de perros australiano, pues tuve que poner en su boca discursos racistas, machistas y fascistas que detesto. Pero me esforcé por que sonara convincente, por que sus ideas fueran defendidas con argumentos.
“Necesito novelas que no repitan fórmulas , que me den algo nuevo”
– ¿Quiénes son tus influencias literarias?
Leo de todo, aunque reconozco que cada vez me aburre más la literatura clásica. No porque le quite mérito, sino porque desde internet, los teléfonos inteligentes o las redes sociales vivimos sometidos a constantes y rápidos estímulos. Nuestro cerebro, sin querer, se acostumbra a esa velocidad, a procesar información superpuesta, etc. Adoro Dostoievsky o Galdós, por ejemplo, y disfruté en su día de muchas novelas decimonónicas, pero no me interesan las novelas actuales que imitan esos modelos clásicos en el siglo XXI (salvo Franzen jaja). Necesito novelas que no repitan fórmulas (la novela negra, por ejemplo, me aburre muchísimo), que me den algo nuevo. Por eso leo autores más indies, no sé cómo llamarlos. Me interesa Auster, Pallahniuk, Houellebecq, el Vargas Llosa más experimental. En España sigo con interés a Agustín Fernández Mallo, Jordi Carrión, Antonio Orejudo, Javier Gutiérrez… En partícular, creo que mi editorial Aristas Martínez publica a algunos de los autores más interesantes en España: Óscar Gual, Guillem López o Colectivo Juan de Madre. Ser parte de esa selección de autores es para mí un orgullo.
– Además de escritor tienes un grupo de música llamado ‘Niñamala’, ¿utilizas de algún modo la música en el proceso de escritura de tus libros?
Utilizo técnicas musicales para la estructura, pero no del pop-rock, sino más bien de la música clásica o el jazz. Al crear la estructura de las novelas tengo siempre en cuenta el tema de las dinámicas, esto es, la curva de intensidades. Lo que se suele llamar clímax y anticlímax, aunque visto desde una perspectiva más amplia. Si haces una canción en la que todo es estribillo, no tienes estribillo. Algunas partes, para brillar, necesitan venir precedidas de cierta calma. Igual con todo: ideas y narración, densidad y ligereza, etc.
– ¿Es distinto el proceso creativo de escribir novelas del de escribir canciones y componer partituras?
En mi caso el impulso es similar. Hay algo que quiero contar y busco la forma apropiada. A veces la mejor forma de expresarlo era una canción, a veces un relato y a veces una novela. Últimamente mis accesos directos llevan siempre a las novelas. Todo aquello que me inspira acaba convirtiéndose en relato. La música ha pasado a convertirse en algo secundario de forma natural.
“Si dependiese de las novelas para vivir supongo que acabaría pensando en cosas como la comercialidad o el gusto del público”
– Comenzaste a publicar novelas en 2009, justo al inicio de la crisis económica que aún perdura, ¿cómo ves la industria literaria actualmente y su futuro?
Entre la crisis económica y la crisis del libro de papel, la industria literaria está por los suelos. Vivir de la literatura, o al menos hacerlo con cierta solvencia, es muy difícil. Yo, personalmente, ni lo intento. Creo que repercutiría de forma negativa en mi obra. En estos momentos tengo mi sueldo y escribo lo que me apetece, las novelas en las que creo. Si dependiese de las novelas para vivir supongo que acabaría pensando en cosas como la comercialidad o el gusto del público. Ahora soy completamente libre.
– ¿En qué proyecto/s estás trabajando actualmente?
Estoy ultimando “Contra los lobos”, una novela formalmente muy distinta a “Con el frío” pero que sigue indagando en temas similares. Su tono será más violento, más político… aunque poco a poco irá convirtiéndose en una novela inesperada, rompiendo la frontera entre géneros.