¿Qué ocurrió en Granada en 1963?, si nos atenemos a la versión oficial, alguna inundación y la visita de Franco a la ciudad fueron los eventos más destacados del año. Pero si, por el contrario, decidimos investigar por nuestra cuenta, abriendo nuestros ojos y, sobre todo, nuestros oídos al ruido de las relaciones entre sus ciudadanos, descubriremos que estos acontecimientos fueron insignificantes comparados con la red de mentiras, chantajes, robos y asesinatos que, más que el agua, inundaron la ciudad en este año.
Todo esto, eso sí, adentrándonos en la ficción firmada por el escritor, traductor y periodista Justo Navarro: ‘Gran Granada’, publicada por la editorial Anagrama en mayo de este año. Una novela negra que nos habla del pasado y nos invita a reflexionar sobre el presente. El mundo que nos rodea cambia, su gente, sus costumbres, su forma de relacionarse, la tecnología… cambian de forma, de nombre, de posición, de función, en definitiva, evolucionan. Pero tienen un origen, una chispa que pone las cosas en marcha y le confieren un significado.
En la última novela del escritor granadino, un posible asesinato sirve de excusa para relatarnos el nacimiento de un fenómeno actual: el espionaje a través de las herramientas de comunicación masivas (internet, las redes sociales y los smartphones). Los bisabuelos de estos últimos, los teléfonos fijos, son los medios utilizados en la novela por las fuerzas del orden con el fin de resolver sus casos, o, simplemente, para conocer los secretos de sus vecinos. Aunque a veces una cosa conduce a la otra
Pero comencemos por el principio, con un oculista y su paciente. El primero con nombre cierto, Federico Saura, el segundo, no tanto. Dejémoslo, puesto que lo importante no es su denominación, sino las visitas que realiza, además de al especialista, a otros granadinos de su entorno. Sus conversaciones con ellos no les dejará indiferentes, nadie espera que un desconocido irrumpa de repente en su vida aparentando conocer todas sus sombras.
El inspector Polo será el encargado de resolver este enigma en forma de hombre, y para ello no dudará en averiguar los secretos de todos y cada uno de los que han tenido el ¿placer? de conocerle en persona. Así, los interrogatorios, cuchicheos y pinchazos telefónicos irán dando, a Polo y al lector, las piezas de un puzle difícil de resolver. El protagonismo de la novela pasará del personaje del oculista, que deberá lidiar con un chantaje que amenaza su vida rutinaria, y el del agente de seguridad, que vigila la ciudad sin descanso.
Además de las facetas ocultas de la vida de los personajes, Navarro describe los rincones de la ciudad en una época gris, y lo hace tan detalladamente que el libro podría utilizarse a modo de guía turística. Nos envuelve en un aura surrealista que surge de sus minuciosas puestas en escena, solo alcanzable para un dios que observa desde arriba la vida de unos personajes y lugares de los que conoce todo.
No hay mejor tiempo para situar una novela negra que aquel en el que los secretos, más que nunca, debían ocultarse en la vida pública, ya que la revelación de muchos de ellos supondría, no solo el destierro social, sino incluso la cárcel y la muerte. Contarlos o no dependerá de su descubridor, cuya conveniencia será lo único que decida si, realmente, en Granada pasó algo más que unas inundaciones y una visita oficial.