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Sergio Jiménez

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Entrevista a Fernando López Guisado, autor de ‘Rocío para Drácula’

Fernando López Guisado | Foto: José Guadalajara

Su vida está marcada por las letras, especialmente por aquellas que se miden en versos. Fernando López Guisado ha publicado un total de cinco poemarios a lo largo de su carrera como escritor, reseñista literario y organizador de eventos culturales. El último de ellos, ‘Rocío para Drácula’, es el protagonista de nuestra entrevista, en la que también nos habla de sus orígenes, su mundo ficticio, y la difícil solución a que, como indica en uno de sus poemas, ‘Nadie compra poesía’.

– ¿Cuándo y por qué empezaste a escribir?

En la adolescencia. La poesía siempre debe tener un espíritu joven. No podría concretar las causas, supongo que las lecturas de un corazón inquieto al que las emociones siempre le desbordaban. Es una enfermedad que, de pronto, se contrae y se convierte en crónica.

– ¿Todos tus poemas se basan en historias reales?

No, en absoluto. La escritura es una reinterpretación de la realidad. El poema como vómito sentimental no resulta un buen ejercicio salvo como simple (y, por tanto, no adecuado) punto de partida. Hay que ir a más. Todo escritor necesita para vivir, ante todo, su ficción, que puede acercarse a la realidad tanto como él desee pero jamás debe suponer un reflejo de la misma. Eso pasa, por ejemplo, en el poema ‘Mucosidad variable’.

– ¿Crees que podrías escribir poemas sobre historias inventadas?

Por supuesto, es más creo que todo lo que escribo es una historia inventada en cierta forma. En ‘Rocío para Drácula’ nos encontramos con invenciones como ‘Cordero asado’ que, según se mire, es tanto una denuncia social frente aquellos que consideran inferiores a quienes desempeñan ciertos trabajos, la visión machista de la sociedad y, también, la historia de un caníbal a lo Aníbal Lecter. En realidad, toda la sección ‘Para Drácula’ del libro es pura invención.

– ¿Cuáles son tus influencias?

Variadísimas, voy cogiendo lo que me gusta y me emociona, ya sea respetado o no, como en un buffet. Mis emociones se permeabilizan tanto con poemas de Mark Strand, Claudio Rodríguez o Dámaso Alonso como con la música rock, las películas e historias de terror y ciencia ficción. Supongo que suele perderme el horror cósmico, en el que nuestros pensamientos y emociones son una mota insignificante en el universo sin valor, en realidad, para nadie que no seamos nosotros mismos. Lovecraft mezclado con Billy Collins.

“No soy capaz de vivir sin mi ficción y, en mi cabeza, siempre estoy, de una forma u otra, escribiendo”

– ¿Qué importancia tiene en tu vida la escritura?

Toda. Puedo dejar (y he dejado) de ser muchas cosas, pero tres de ellas nunca: padre, hijo y escritor. No soy capaz de vivir sin mi ficción y, en mi cabeza, siempre estoy, de una forma u otra, escribiendo. No podría comprender la existencia sin una ficción estable.

– ¿Cómo ha sido el proceso de escritura de ‘Rocío para Drácula’?, ¿es el mismo que para todos tus libros?

Comenzó con el poema que cierra el poemario, al cual le siguieron varios con un mismo ritmo y temática que no conseguía sacarme de la cabeza. Una vez terminada la sección ‘Para Drácula’, aparecieron todos los demás, agrupados en diferentes libros, independientes entre sí pero con un espíritu común. Después fue cuestión de sentarse y decidir una estructura orgánica.

– En ‘Rocío para Drácula’, todos los poemas son muy oscuros, ¿crees que la poesía puede ser ‘alegre’?

Por supuesto, hay poesía muy luminosa y redentora. En el libro, quizá no resalte a simple vista, se puede encontrar mucha alegría y una enorme dosis de humor (negro en multitud de ocasiones, pero no siempre). Toda la última sección no deja de ser un ensayo trascendental sobre la luz.

– Uno de tus poemas se titula ‘Nadie compra poesía’, ¿crees que es algo generalizado o exclusivo de España?, ¿qué crees que hace falta para que esto cambie?

Creo que siempre ha sido así. No puedo encontrar, además, una solución al problema de la escasa popularidad de la poesía sin que esta termine politizada en su término más amplio por el que se pasearía el peligroso y dogmático espectro de la crítica y el gusto personal. Esta sombra ya planea incluso sobre clásicos juveniles como ‘La isla del tesoro’, apartada porque en su trama no aparece ninguna mujer con peso en el desarrollo de la misma. Si, por ejemplo, consiguiéramos llenar de literatura las cajas de cereales para que a los adolescentes les resulte familiar y cercana, sería lícito dejar de lado a ciertos autores. Sucedería, sin duda. Creo que es un problema generalizado. No a todo el mundo le llega la poesía como no a todo el mundo le gustan las películas de alienígenas. Si nos fijamos, estos dos conceptos suelen, generalmente, excluirse el uno al otro. Como si uno no pudiera disfrutar de una hamburguesa y, al día siguiente, acudir a un restaurante de cocina experimental. Si en la gastronomía ocurre, ¿por qué no en literatura? No obstante, hay que intentarlo…

– En tus poemas pareces referirte a Drácula para hablar del mal, ¿por qué escoges al famoso conde para tal fin?

Vino, simplemente. Como he dicho anteriormente en esta entrevista, los poemas de la sección ‘Para Drácula’ fueron armándose solos, con un ritmo pegadizo, encabalgado, imparable. Estaba ahí y lo dejé salir. Me pareció un símbolo potente, una suerte de negativo del ser humano y sus meandros confusos. Una serendipia afortunada.

“Drácula ha estado siempre ahí, forma parte de mi vida, de mis vivencias, de mi sueño al acostarme”

– ¿Qué influencia tiene el personaje de Drácula en tu vida?

Innegable. Desde un terror absoluto infantil con esas viejas películas de Bela Lugosi y Christopher Lee en la ‘Universal’ y la ‘Hammer’ respectivamente, pasando por la posterior lectura de la novela de Stoker, y llegando a toda la producción fílmica y literaria del mito desbordante y desbordado del Conde. Drácula ha estado siempre ahí, forma parte de mi vida, de mis vivencias, de mi sueño al acostarme. Es como una especie de peluche de un niño.

– Por ‘Rocío para Drácula’ has recibido el premio de la Asociación de Editores de Poesía, ¿qué significa para ti este reconocimiento?

Una enorme alegría y la sensación de recibir el reconocimiento al duro trabajo lírico realizado que también implica una gran responsabilidad, de eso no cabe duda. Es un premio muy importante que han ganado grandes poetas anteriormente. Me he encontrado con problemas al realizar declaraciones públicas si ningún tipo de intención que han resultado malinterpretadas o sacadas de contexto. Da la sensación de que aquellos que dices, después de un galardón, tiene más importancia.

– ¿Cómo ves la industria literaria en la actualidad?

Creo que no hay industria literaria. La industria se referiría, más bien, a la producción de libros que nada tienen que ver con la literatura o los mundos de ficción (manuales, recetarios de cocina, temarios, etc.). La literatura, y por ende, la creación artística, navega por otros meandros que no tienen nada de industria. Creo que, en cierto sentido, la cosa lleva sin cambiar mucho tiempo y todo, una vez se han alcanzado ciertos niveles (me aventuro decir que no muy altos) de corrección y calidad, lo demás es simple cuestión de suerte. Yo, por mi parte, procuro esforzarme en leer mucho y escribir lo mejor que puedo representando mi pasado el único contrincante con quien luchar.

– ¿En qué proyectos estás trabajando?

Ahora mismo ando sumido en una traducción de Lovecraft, un prólogo, el trabajo crítico en diferentes medios y la producción de relatos en prosa que buscan editor. En cuanto a la lírica, algo por ahí comienza a ser el germen de una posible nueva obra, pero tiene que irse decantando.

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