La tarde de aquel domingo en que mi santo les dijo a nuestros hijos (de catorce, diez y siete años) que se venían con nosotros al cine a ver Los chicos del coro, ellos también, sí, también, los tres protestaron lo que no está escrito, con la cantidad de películas -bazofia- que podíamos ir a ver. Además de descubrirse como grandes críticos cinematográficos, se acordaron al instante de un montón de deberes pendientes (un segundo antes, su padre y yo habíamos acabado de repasar con los tres las tareas de la semana siguiente).
A medida que entrábamos en el cine y no digo ya en la sala, las protestas iban arreciando. Una vez empezada la sesión, les vi concentrados y entusiasmados como nunca con la película. Les encantó. Disfrutaron, disfruté, como pocas veces en el cine.
A un apartado internado de la campiña de Lyon para chicos problemáticos, durante la Francia de 1949, llega un profesor de música de mediana edad que, tras superar los prejuicios de los profesores sobre sus alumnos y un sistema represivo de educación, logra montar un coro entre los chicos, lo que transformará sus vidas para siempre.
¿Por qué es tan extraordinaria? Su positiva y esperanzada visión de la vida, el deseo de sacar lo mejor de uno mismo, contagia a los espectadores y sencillamente creo que nos hace un poco mejores. Todo ello lejos del cine sórdido y fatalista o de la mala educación de alguna película reciente.
Hay que dar la oportunidad a nuestros jóvenes de acceder a una cultura de valores, de que puedan disfrutar de otras películas, lecturas o discos, de otros productos culturales. Sin duda, no les debemos condenar a la resignación de no poder elegir más que Crónicas Marcianas, Gran Hermano y demás telebasura. En un mundo tan competitivo como éste, la película conecta con la gente porque propone otros valores como lo solidario, la sensibilidad y el afán de superación. Y, afortunadamente, esta película está arrasando.
La semana pasada mis hijos compraron el cedé de la banda sonora de Los chicos del coro por su cuenta y poniendo dinero de sus pagas. No me extraña que sea número uno en ventas, la música es deliciosa. Si no has visto la película, querido lector, aún puedes verla en algún cine de La Rioja. No te olvides, me lo agradecerás.