El pasado fin de semana tuvimos a unos amigos por aquí que nos pedían degustar un menú típico riojano. Y ahí empezó la discusión sobre qué es un menú típico riojano, que si las patatas con chorizo, que si las chuletillas, que si los pimientos, pero qué me dices, eso es un menú tradicional, que riojano puede ser otra cosa. En fin, que La Rioja es mucho más, gastronómicamente hablando, que las patatas con chorizo, un plato que, para desesperación de mis hijos y de mi santo, me encanta cocinar.
La gastronomía es una de nuestras mejores tarjetas de presentación, una de nuestras señas de identidad y, además, un atractivo adicional muy importante para el turismo. A un pueblo se le conoce, entre otras cosas, a través de su cocina.
Y es que algo se está moviendo en nuestros fogones. Desde la nueva cocina que se está haciendo en La Rioja proyectamos una imagen de modernidad y desarrollo de nuestra región, apostando por una renovación en la mesa, pero sin perder las raíces de la tradición. Asistimos a una nueva generación de cocineros -como nunca antes se había dado hasta ahora en La Rioja- que no reniega de la coartada tradicional de las patatas con chorizo, ¿hasta las ‘deconstruye’!, pero que reivindica la innovación, la experimentación y la creación de nuevos platos, sabores, combinaciones y texturas.
No se trata de hacer una separación entre cocina tradicional y cocina moderna, sino de diferenciar entre buena y mala cocina, sea nueva o sea vieja. Y esta nueva cocina escoge, selecciona, los mejores productos riojanos, y además crea e innova.
Prueba de todo esto es que en los últimos meses se ha creado la Academia Riojana de Gastronomía, a la que pertenecen un grupo de gastrónomos y entusiastas amantes de la cocina de La Rioja; y la Asociación Riojana de Calidad en la Mesa (Ricamesa), que aglutina a un grupo de jóvenes cocineros que quieren proyectar una imagen de modernidad y desarrollo de nuestra cultura gastronómica. Y están recientes el éxito de la semana gastronómica riojana el año pasado en Nueva York, y la Estrella Michelín que ha obtenido el joven cocinero riojano Francis Paniego que, como él mismo decía, es una estrella a toda una generación. Y esto no ha hecho más que empezar.
Los productos, la cocina, la mesa, el Rioja, los complementos, y algo fundamental, una atención exquisita, son cada vez más demandados.
No sé si somos conscientes de que estamos asistiendo a un despegue espectacular de la cultura gastronómica riojana, de que nunca como hasta ahora habíamos tenido tantos y tan buenos restaurantes en La Rioja, de los que presumir y que recomendar. Por fin no hay sólo un menú riojano, hay varios y muy distintos. Una cocina que empieza a estar a la altura de nuestro vino y que sabe hacer un uso magistral de los productos de nuestra tierra. Esta es la mejor muestra del desarrollo económico y del progreso cultural de La Rioja. Degústalo y cuéntalo.