HAY que estar unos días en la playa para que se te quiten todos los complejos. También te das cuenta de que lo de frikis no es una invención moderna. Al friki de la pistola de fogueo de Roquetas lo puedes encontrar paseando por la playa. La mayor barriga se combina con el tanga más pequeño y además de leopardo.
Por muchos complejos que tengas, en cuanto pones el pie en la playa y echas un vistazo, el subidón de autoestima es inmediato. Siempre encuentras a alguien que te supera en lo que no te gusta de tu cuerpo. Frente a esos instrumentos de dominación que son la moda y la publicidad, que tiranizan los cuerpos y que pretenden imponernos el modelo diez (no querernos físicamente es un gran carencia de los tiempos modernos), frente a eso, la playa es el mejor antídoto. El hecho de ponerse bañador junto a cientos de personas es una auténtica terapia colectiva. En la playa, la gente se quiere más a sí misma, supera sus complejos: los gorditos, los demasiado delgados, los bajitos, la celulitis, las barrigas cerveceras…
En ese Gran Hermano global que son nuestras playas, una no sabe hasta dónde llegan sus toallas y dónde las del vecino, las conversaciones dejan de ser privadas y todos los problemas se socializan en la arena. Para la gente de a pie, porque los guays no van a la playa, van en barco, y además no sudan. La playa es para el resto de los mortales, que nos peleamos por una parcela en primera línea. Por mucho que mi santo vaya pronto a la playa, siempre encuentra a algún navarro o aragonés que ha plantado la sombrilla antes de desayunar y muestra ufano su periódico regional en primera línea (el periódico es como la bandera autonómica en la playa). Incluso tiene un toque religioso esa romería diaria de colchonetas de colores, piscinas hinchables, sombrillas de marcas de refrescos y de cervezas. Esos suelen ser de Barcelona.
En el fondo nos gusta mezclarnos y sentirnos parte de la tribu. Quizá sea este uno de los motivos del éxito de las vacaciones playeras y su poder de atracción para tantos miles y miles de turistas. ¿Será que en la playa aflora ese porcentaje de frikique todos llevamos dentro? No lo sé, pero en cualquier casono dejes de darte una vuelta por la playa. Es la mejor terapia.