>

Blogs

Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

Los cinco sentidos contra el botellón

Sábado al caer la tarde en Logroño. Mi santo vuelve horrorizado con la compra de la semana. Grupos de jóvenes quincieañeros se agolpan en las filas de los supermercados con botellas de alcohol. Todos hacen la vista gorda: el resto de clientes de la fila, las cajeras, la patrulla de la policía que los ve acera arriba mientras echan los primeros tragos de la botella. No puede ser más fácil conseguir alcohol. Y, por supuesto, los padres, que preferimos mirar para otro lado, pensar que nuestros retoños nunca están en uno de esos grupos. Los quinceañeros se desparraman después por las plazas y parques de la ciudad a “hacer botellón”. Cualquiera puede comprobarlo un sábado cualquiera a última hora de la tarde en un supermercado cualquiera de una ciudad cualquiera.
Tiene narices que la polémica sobre el botellón no viene por el consumo de alcohol, sino por las molestias que ocasionan a los vecinos. No importa que se trasieguen litros de vodka, güisqui o ginebra, con tal de que no hagan ruido. El alcohol antes acompañaba al ocio de los jóvenes, ahora se ha convertido en el ocio mismo, y cada vez a edades más tempranas. Hacemos oficiales las aperturas de curso bañadas en litronas, miramos con comprensión el primer día de curso a chicas y chicos de catorce vomitando a las 12 del mediodía en la Glorieta, ahí no molestan a nadie.
Nos encontramos ante una generación de jóvenes que ha vivido entre algodones y no han sido preparados psicológica ni éticamente contra la adversidad. Tenemos la juventud más frágil que ha habido nunca. Ésta es la generación que más cosas tiene y menos cariño recibe. El papel del núcleo de la sociedad, la familia, algo tendrá que ver en todo esto. Todo porque los padres han dimitido de la tarea de educar y preferimos delegar la responsabilidad en otros: en la administración, en los profesores, en la televisión. La gran educadora, la televisión, transmite la falsa y terrible idea del éxito fácil y rápido, en lugar de enseñar el triunfo del esfuerzo. Del sistema educativo nos hemos cargado los valores y la disciplina. El botellón no es sino el grito de unos chavales que nos reclaman valores, que les pongamos límites, que les informemos, que les demos tiempo y cariño.
A ver si entre todos, en esta tierra del vino, le echamos ganas e imaginación y atraemos a los jóvenes a la cultura de El vino y los cinco sentidos y les alejamos del sinsentido del botellón.

Temas

Por Mayte CIRIZA

Sobre el autor


septiembre 2005
MTWTFSS
   1234
567891011
12131415161718
19202122232425
2627282930