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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

La felicidad es una decisión

Ahora que llegan las Navidades y todos nos deseamos felicidad, feliz Navidad, feliz Año Nuevo, feliz todo, nos convendría tener claro que la felicidad es una decisión.
Se podía leer hace unas semanas en este nuestro periódico que el 10% de los riojanos padecen durante su vida una crisis por depresión o ansiedad. Y el número aumenta y lo seguirá haciendo por una forma de vida cada vez más estresante y competitiva. Angustia, infelicidad. ¿Por qué? ¿Por qué, si disponemos de tanta riqueza, avances, confort, tecnología? Quizá porque queremos todavía más y en lo que nos tenemos que empeñar, en cambio, es en ser felices. La felicidad no llega sola.
Es verdad que hay muchas trampas para la felicidad. Algunos se las ponen porque exigen demasiado a la vida. La tiranía del «debería tener». Debería estar siempre contento, debería tener amigos, debería haber hecho, debería… Estas trampas impiden disfrutar del momento presente. Personas que se exigen a sí mismas o a su familia más de lo que pueden dar, y que nunca se conforman con nada, porque «deberían» tener más.
Además de las trampas, la vida tiene también sus «ladrones» de la felicidad, como pueden ser el dolor físico o mental, la ansiedad, la depresión, que es lo peor con diferencia, porque te roba la esperanza.
Para evitar todo esto hay que tomar la decisión, por ejemplo, de hablar. Sí, hablar. Hablar con los demás sienta bien. Afortunadamente aquí hablamos mucho entre nosotros, aunque sea por el móvil.
En esa decisión de ser feliz, se incluyen también el humor y la risa. O la decisión de hacer ejercicio físico, que ayuda mucho contra el estrés. O decir «no» de vez en cuando; saber cortar con las obligaciones que nos imponemos es otra de las claves (sea positivo y diga no).
Otra de las decisiones ha de ser diversificar las relaciones en nuestra vida: familia, amigos, ocupaciones; compartimentado de forma que, si nos va mal en el trabajo, nos puede ir bien la familia.
Hay que atreverse a ser feliz. La felicidad es una decisión: el objetivo del ser humano es sentirse feliz.
El humor o el aprender a disfrutar de las cosas pequeñas pueden ser una buena receta. Como dice uno de los autores preferidos de mi santo, Groucho Marx, «la felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…»

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Por Mayte CIRIZA

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