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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

Santuarios Gastronómicos

Estamos asistiendo últimamente a una auténtica explosión gastronómica. La gastronomía ocupa un espacio fijo en los periódicos, radios y telediarios; los cocineros son una nueva categoría de líderes de opinión, son el reclamo de nuevos hoteles y bodegas. Sin ir más lejos, la semana pasada leía con satisfacción en este periódico que nuestro Francis Paniego participa en una expedición de los más famosos restauradores de España por Estados Unidos, a la conquista del mercado norteamericano, armados con cazuelas y cucharas, con la nueva munición de recetas y productos españoles. Y hace meses, una avanzadilla de cocineros riojanos ya ganaba en Estados Unidos y Brasil la batalla de los fogones.
La gastronomía, además de ser parte del patrimonio cultural de una región o de un país, es cada vez más un elemento de atracción turística y, por tanto, de potencial económico. Hay una nueva modalidad de turismo, el gastronómico, que con el motivo de comer en aquel restaurante y conocer a tal cocinero, provoca todo un viaje. El pasado fin de semana, un amigo de mi santo, que vive fuera, se traía a un grupo de amigos a recorrer los campos de La Rioja, a ver bodegas y a comer, “porque nos han dicho que aquí se come muy bien”.
Además, se ha convertido en un fenómeno popular; de hecho cada vez se ofrecen más cursos de cocina -que se llenan al instante-, los programas de cocina en las teles tienen siempre buenos niveles de audiencia, la crítica gastronómica es una sección en alza en los periódicos y los libros de recetas se venden como rosquillas. Según el informe “Alimentación en España 2006”, los españoles nos hemos vuelto más sibaritas, compramos cada vez más productos de calidad, que son, además, más sanos y saludables. Esto es, sin duda, una reacción frente a la comida basura y también, por supuesto, una consecuencia del desarrollo de la propia sociedad.
Hemos convertido esa necesidad básica que es comer en un rito cultural y social, en una especie de nueva religión. Hace poco leía una entrevista al cocinero de uno de los mejores restaurantes de Madrid, en la que decía: “Ahora las cocinas son como iglesias”. Y es que la visita a los restaurantes ha pasado a tener algo de ritual religioso. La gira gastronómica es la nueva peregrinación seglar. Las guías gastronómicas y de vinos han sustituido a los devocionarios. La gracia se alcanza al visitar los “santuarios gastronómicos” de la alta cocina donde todo gira en torno al ritual de la mesa, oficiado por los nuevos gurús que son los cocineros. Incluso la última moda es comer en la cocina del restaurante, una especie de nueva sacristía.
 Eso sí, en estos nuevos santuarios los “pecados” se expían ante la mesa en sabrosas penitencias. Quizá por esto, esta nueva religión tiene tantos fieles, y todos practicantes.

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Por Mayte CIRIZA

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