Con la vida tan estresante de hoy en día, cuando se acaba la jornada laboral, la de casa, la de los hijos…, lo único en lo que se piensa es en tirarse en el sofá a hacer zapping o en irse a la cama a dormir. Las encuestas sobre los hábitos sexuales de los españoles reflejan que cada vez más este ritmo de vida pasa factura a la frecuencia de la actividad sexual de las parejas. Y a la estabilidad misma de las parejas. Y es que, ¿quién es capaz de mantener el deseo después de estas jornadas maratonianas de trabajo?
Cada vez hay más parejas que anteponen el trabajo y la carrera profesional a la estabilidad en las relaciones de pareja, de forma que se está viendo un aumento de un nuevo tipo de relaciones, aquellas que optan por convivir sólo el fin de semana, o que practican el “cada uno en su casa y Dios en la de todos”. Esta convivencia de fin de semana va ganando adeptos, una especie de relaciones “a la carta” sin apenas compromiso, en las que se valora más la trayectoria profesional, el éxito, el estatus laboral, el estilo de vida personal, que cualquier otra cosa. Y es que una relación de pareja supone muchas renuncias, claro. No digamos ya si se tiene hijos. Y cada vez estamos dispuestos a renunciar a menos cosas. Las jornadas son tan largas que, cuando se llega a casa, lo que pide el cuerpo es dormir. Dormir como sustituto del sexo.
Si no te ves en todo el día, si falla la comunicación y además no tienes sexo, no hay Cupido ni San Valentín que salven esa relación. El sexo es comunicación. Sólo el sexo no construye una relación (como ha escrito Manuel Vicent, “el sexo sólo es un calambre si no se le dota de misterio”), pero sin sexo no se mantiene una relación. Se ha demostrado que hacer el amor –gracias a la producción de endorfinas- tiene un efecto equivalente a tomarse dos aspirinas. Así que el mejor remedio para el “cariño, esta noche me duele la cabeza” ya se sabe cuál es.
Mañana es San Valentín, esa celebración empalagosa inventada para vender más a costa del amor. Es sobrecogedor ver las propuestas de los regalos para este día que se recogen en revistas, periódicos y telediarios, desde cenas a la luz de la vela, fugaces escapadas románticas de un día y cajas de bombones en forma de corazón, hasta propuestas de sms, poesías y postales para enviar por correo electrónico (de ésas que te bloquean el ordenador, como si no tuviéramos bastante con las de Navidad).
“Un día para el amor” era el titular de uno de los suplementos del pasado fin de semana a propósito de San Valentín. Pero, más allá de los perfumes o de los ramos de flores, está el hecho de la atención a tu pareja, de que te has acordado y de que le has dedicado parte de tu tiempo. Por eso hay que romper las rutinas y aplazar lo que haga falta para ejercer la magia de una relación, no un día, sino todos los días.
