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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

Sí, podemos


Sólo cuando juega la selección se puede gritar “España, España” sin ningún complejo y sin ningún afán excluyente. Lo que no consigue la política lo logra el fútbol. Las banderas se venden como rosquillas y el kit selección (camiseta, gorra, banderín y cara pintada) hace furor. Mas allá del partido político o de si uno es monárquico o republicano, el orgullo de país está en esa bandera que tantos jóvenes se han puesto como capa estos días.

Incluso yo, que nunca he visto entero un partido de fútbol, me enfundé la camiseta y disfruté con la selección. Siempre me ha hecho gracia esa perogrullada de que “el futbol es así”, pues, en efecto, el fútbol es así y ha conseguido unirnos a todos, bueno, a casi todos.

A casi todos, porque antes del España-Rusia el presidente del PNV, Urkullu, anunció su apoyo al equipo ruso, y desde luego no será porque Rusia sea un modelo de país descentralizado. Por su parte, Puigcercós, de Ezquerra Republicana de Cataluña, declaró que prefería a Turquía –esa nación que aplasta los sentimientos autonomistas- antes que a España. Poco caso les han hecho catalanes y vascos, porque han seguido masivamente el partido en televisión.


Pero hasta eso me da igual. Más allá de camisetas y de banderas, una de las cosas que más me ha gustado y más me ha llamado la atención es que los jugadores de la selección española son chavales normales: no van de divos, no parecen portentos físicos, ni tipos especialmente musculosos, ni armarios empotrados estilo NBA. ¡Qué buen ejemplo para tantos jóvenes que se proyectan en ellos! Han hecho grupo, se han propuesto un objetivo y lo han conseguido, con esfuerzo, con trabajo, con disciplina, con humildad. Y sobre todo, con inteligencia. No se ha ganado por la furia, sino por el talento. Lo resume muy bien un artículo que leía estos días, “De la testosterona a la neurona”.

Y además, han recordado a todos los que lo han intentado y se han quedado por el camino: la camiseta de Arconada que llevaba uno de los porteros recoge esta memoria colectiva. No han ido de chulos ni de sobraos. Y esto tiene mérito, porque no todos, cuando llegan a la cima, se acuerdan de los que antes sufrieron y no lo lograron.

La cosa no acaba aquí, nos espera un verano en el que seguiremos con el subidón de autoestima nacional si los Gasol y compañía repiten éxitos en las Olimpiadas de Beijing. No es lo mismo que la selección, pero seguiré teniendo a mano la camiseta y la bandera. Disfrutemos mientras dure y que nos quiten lo bailao. Un sentimiento de felicidad colectiva con el que superar por un momento la frustración y las preocupaciones ante el día a día. En esto y en tantas cosas, hay que proponérselo, soñar y luchar. Y creer que se puede, que sí, que podemos.

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Por Mayte CIRIZA

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julio 2008
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