Estoy escribiendo estas líneas cuando se están abriendo los colegios electorales para ir a votar y, por tanto, todavía no sé quién ha ganado las elecciones en Estados Unidos. Espero que gane Obama, pero aunque el mundo entero sigue con intensidad, se puede decir que con fascinación, las elecciones en ese país y todos opinamos al respecto, los que votan son los norteamericanos. Como mi santo está suscrito a las campañas estadounidenses, he seguido en casa día a día los correos, los discursos y los mensajes de la campaña de Obama, además de que los medios de comunicación nos han acercado las imágenes de estas elecciones como si fueran las nuestras.
Las encuestas apuntan la victoria de Obama, pero no sabemos si habrá influido el factor racial en el voto oculto. Aunque, en general, creo que la sociedad es más clasista que racista, se discrimina más por la condición económica o por la consideración social que por el color de la piel.
Unas cuantas generaciones después de que llegara a Estados Unidos el primer barco con esclavos procedentes de África, un negro está a punto de convertirse en Presidente de ese país. Si efectivamente ha ganado Obama, ¿qué van a decir ahora los que han hecho del antiamericanismo su bandera?
Obama es un tipo brillante, con carisma, un líder natural, con magnetismo, muy didáctico, que supera la tradicional división ideológica, que transmite ilusión, esperanza, optimismo y confianza. Y ya se sabe que la política es cuestión de confianza y de emociones: cuando se deposita el voto se le está dando la confianza a alguien.
Pero no es sólo cuestión de imagen. Precisamente, una de las cosas que me ha llamado la atención es la contundencia de sus mensajes, es decir, que se gana la confianza no adulando a los electores con fáciles promesas, sino reclamándoles su esfuerzo, su aportación. Sin ir más lejos, en la convención de
Creo que a estas alturas ya se sabe que a Barack Obama y a su madre los abandonó su padre a los dos años; quizá por eso está especialmente implicado en la responsabilidad en la familia, y en ese mismo discurso pedía a los padres: “tenéis que ser la guía que nuestros hijos necesitan, apagando el televisor, apartando los videojuegos, asistiendo a las reuniones entre padres y profesores, ayudando a nuestros hijos con los deberes, dándoles buen ejemplo”. Y todo esto es un mitin. ¡Ahí es nada!
Como dijo en la convención de Denver: “con un duro trabajo y sacrificio, cada uno de nosotros puede tratar de alcanzar nuestros sueños”. Sin duda Obama es la mejor representación de eso que se llama el sueño americano. Hoy, muchas personas en todo el mundo estarán con sueño, después de la noche en que ha podido hacerse realidad ese sueño americano.