En Logroño estamos solos y desamparados, no tenemos en quién creer. Si el fútbol es la nueva religión, aquí andamos escasos de dioses futbolísticos. No soy futbolera, pero lo vivo por parte de mis hijos, que suspiran por tener un equipo cercano a quien animar. A falta de dioses locales, siguen, entre deslumbrados y alucinados, los fichajes de Florentino. Y no sólo ellos. Millones de personas en todo el mundo han seguido el multimillonario fichaje de Cristiano Ronaldo por el Madrid, y es que 94 millones de euros no se pagan todos los días por un jugador (ni por once). Esto es más que planetario, que diría Leire Pajín.
Desde luego el nuevo presidente del Real Madrid arriesga su dinero y el de su club, por eso no entro a valorar si es una buena o mala inversión desde el punto de vista futbolístico, aunque la cifra me parece una barbaridad. Lo que para mí es un gasto desorbitado, supongo que para los directivos del club es una inversión. Como siempre, todo depende de que entre el balón: si ganan
Ni espero ni aspiro a que Cristiano salga fotografiado al día siguiente en una biblioteca leyendo a Fernando Pessoa (los dos son portugueses), ni ayudando a repartir comida en un comedor social (que no estaría mal), pero desde luego no es el mejor ejemplo para tantos jóvenes su juerga nocturna con Paris Hilton gastándose unos 18.000 euros en champán para celebrar el fichaje. Y encima con la chica esta, que es el icono de la estupidez, no ya planetaria sino galáctica. Entre galácticos anda el juego.
No sé si el jugador vale ese dinero, y me parece que el fútbol se ha vuelto loco, pero más allá de todo ello, me importa sobre todo su conducta, la imagen que proyecta, como si estuviera por encima del bien y del mal. Ser joven, guapo y ganar todo ese dinero es, sin duda, un cóctel explosivo y los que están en su situación se creen los reyes del mambo, pero tendrían que tener más cuidado, un poco más de cabeza –no sólo para los goles- aunque sólo sea por los millones de personas, sobre todo de jóvenes, que se fijan en ellos. Por no salir del Madrid, Raúl es otra cosa. Me gusta lo que simbolizan Guardiola e Iniesta, porque representan el valor de la humildad, del esfuerzo, del trabajo en equipo y eso que han ganado los tres títulos a la vez, algo que no se consigue sólo a golpe de talonario. Pero claro, Iniesta vende menos camisetas que Cristiano Ronaldo.
Globalizado, planetario, cósmico… En realidad nos movemos de lo astronómico a lo galáctico: las cifras del paro en nuestro país son astronómicas, y aquí el personal entretenido con el fichaje de un galáctico.
