Hartos. Estamos hartos. El curso ha sido tremendo, cada noticia peor que la anterior. Temo al Banco de España y a los organismos económicos internacionales esos y sus previsiones, que cada vez son peores para nuestro país.
Tenemos más tensión laboral que nunca y para colmo, no tenemos pacto social. Además de la crisis económica hay una crisis de esperanza, de confianza. Lo vemos todo negativo. Necesitamos quitarnos el mal rollo de la cabeza. Ha sido un año tan estresante que precisamente por eso las vacaciones son imprescindibles: para reponernos, para disfrutar, para ver la vida con optimismo y olvidarnos de las malas noticias. A este agosto que empieza llegamos cansados, muy cansados, agotados física y mentalmente; de ahí la necesidad del efecto balsámico de las vacaciones, de cambiar de ambiente, sobre todo en estos tiempos de incertidumbre económica.
Hay quienes se sienten culpables de no hacer nada, y más con la que está cayendo, pero para nuestro equilibrio interno necesitamos, de vez en cuando, no hacer nada. La hija de una amiga ha renunciado a sus vacaciones porque le vence el contrato y tiene miedo a que, si se va, no cuenten con ella a la vuelta. El marido de una compañera de trabajo lleva seis meses en paro y me decían este fin de semana que no se van de vacaciones porque se sentirían culpables. Pues más que nunca hay que irse de vacaciones, si un año hay que irse de vacaciones es éste. Adonde se pueda, pero hay que irse unos días a la playa, a una casa rural –que las tenemos estupendas en
Estamos hechos para vivir con pausas. Lo que nos pide el cuerpo es desconectar, por unos días hacer cosas distintas, relajarnos, distraernos, disfrutar con la familia y los amigos, aprovechar para hacer todas esas cosas que nos gustan y para las que en el día a día no encontramos tiempo… Y, ante todo, no leer ni escuchar las noticias económicas, ya está bien de recesión, de crisis, de déficit, de bajada del PIB, del Banco de España, del Fondo Monetario Internacional, del Ibex, del Nasdaq, del Nikkei, de MAFO, de Bernanke. Estoy harta, no puedo más.
